¿EUTANASIA?

Pilar Alberdi Hace muchos años, cuando nuestros hijos eran pequeños, en esa época en que necesitaban mil cuidados, los necesitan siempre, ya lo sé, pero en esa época digo, en que había que atender con celeridad una disputa por un juguete, una pequeña caída, yo me oía decir muchas veces con voz suave pero segura: «¡Qué paciencia hay que tener!» Y no era un mensaje para ellos, sino especialmente para mí. Sí, qué enorme paciencia hay que tener en sociedades de la prisa como las nuestras, en las que el tiempo no alcanza para lo más importante y todo se mide bajo un punto de vista utilitarista. Hoy, cuando escucho la misma frase en nuestra familia, dicha por nuestros hijos, sonrío. La frase es como un manto, una ropa de abrigo que nos protege, que nos recuerda a qué atenernos. La paciencia es algo que se cultiva al amparo de la comprensión, el amor, y los cuidados. Con el paso de los años, y sobre todo de un tiempo a esta parte, apareció en mis labios otra frase: «Nunca