lunes, 30 de mayo de 2011

LA ESCULTORA LOUISE BOURGEOIS



Por: Pilar Alberdi

Decía Dalí que si quieres que te presten atención tienes que provocar. El año pasado y cerca de cumplir 100 años falleció la escultora Louise Bourgeois. Residía en norteamérica y era de origen francés.
No creo que estuviera en su esencia el provocar, tanto como el encontrarse a sí misma. El saber por qué sentía lo que sentía, el dolor que, a veces, la embargaba. Igual que la esculturas de Botero o los edificios de Geri, de ella se hicieron famosas unas arañas a las que llamó Mamán (madre). Hay una en el exterior del Museo Gugenheim de Bilbao. Su madre y su abuela tenían una tienda de tapices que luego regentó su padre. Ellas eran buenas costureras, pero además, la artista, había sufrido la lucha de unos padres unidos de puertas afuera pero separados de puertas adentro, y de algún modo se sintió utilizada por la madre para espiar las aventuras del padre.

Se observa en su obra una aparición constante del sexo masculino.
Y su obra, aún pretendiendo o siendo sencilla impacta, a veces, más que por sí misma, por el resultado de lo que vemos unido al título que le ha dado, como en la escultura en madera Un ciego conduciendo a otros ciegos, y sabemos que no habla de invidentes, sino de nosotros, de todos los que vamos por el camino de la vida y que somos dirigidos de mil modos distintos o acaso de uno solo. Y esas maderas en forma de puntas de bastón nos lo recuerdan. Ella vivió en la Segunda Guerra Mundial, y seguramente conoció de cerca esa ceguera que empujaba a los pueblos.
A la mayoria de los cuerpos que creó les falta la cabeza. Y muchas de sus mujeres están embarazadas. Tiene una obra que es una muñeca Barbie de la que solo se ven parte de los delgadísimos brazos y piernas y un poco de cabello. El resto del cuerpo está envuelto en arcilla imitando un edificio con su puerta, sus ventanas, y su chimenea por la que salen unos pocos cabellos rubios. La Barbie casa, la mujer atrapada en su belleza, pero también en su rol.
La escultura en mármol la llevó a trabajar con mármol de carrara, el mármol preferido de Miguel Ángel, de ahí que viajase mucho a Italia.
Reconozco que vi su araña, que supongo de hierro, en el exterior del Museo Gugenheim, pero no me impactó. Acaso porque no me agradan. No lo sé, pero cuando se puede ver en fotos el conjunto de su obra, lo que impresiona en esta mujer, es la gran guerra de sentimientos que debió tener, las victorias y las derrotas de sus emociones; los desgarros, las costuras, la textura de los materiales utilizados y atrapados en las formas, y esa presencia constante del sexo, definiendo el vacío, la manipulación, el dolor, y el amor.

La artista: Lousie Bourgeois.

jueves, 26 de mayo de 2011

EL BESO DE LA OLA


Por: Pilar Alberdi

Sólo alguien que conozca o practique el surf podrá entenderte si tú dices «el beso de la ola»... Sabrá que mientras esperas la ola apropiada tendrás que pasar por debajo de algunas otras. Si buscas la siguiente, remarás con los brazos, acostado sobre la tabla, y en cuanto la sientas te dejarás llevar por esa masa de agua, te pondrás en pie de un salto y bajarás hacia la parte más baja de la cresta, virando cuantas veces sea necesario para evitar el rompiente, y así cuantas veces te parezca, hasta que satisfecho del recorrido podrás, si quieres, superarla volviendo sobre la espuma... ¡Y qué placer haber terminado bien el recorrido de una ola! Sabrás que si dos surfistas toman la misma ola, el de la derecha tendrá prioridad de paso. Quien sepa de surf sabrá también muchos términos, conocerá los nombres y los apellidos de los líderes de este deporte, su fecha de inicio y que fue en sus comienzos una actividad de reyes que se sentían dioses navegando sobre las olas del Pacífico.
Quien sepa de surf, quizá tenga como tú, una o más fotos enmarcadas. Por ejemplo esa: de pie en la playa, sujetando tu primera tabla con la mano. O aquella con una tabla a tu medida. O esa otra: los cinco amigos, pongamos por caso —Rodolfo, José, Antonio, Lucas y tú— con los trajes negros de neopreno, todos en línea, sentados sobre las tablas, y cabalgando sobre las olas al final de una tarde de verano. ¿Cuántos años teníais entonces? ¿Dieciséis... Diecisiete?
¿Recuerdas esa foto? Cómo no ibas a recordarla. Era al inicio del verano, y tu único deseo aquel día era que ella, Ana, te viese tomando las olas.
Para eso, como ibais a la misma clase del instituto le hablaste siempre que pudiste de tu afición, y no dejaste de recordarle vuestro día de reunión en la playa para hacer surf.
Como querías ser el mejor, hiciste cursos y viajaste a otras provincias donde las olas eran más altas. Y lo contabas orgulloso a quien quisiera oírte.
Recuerdas aquel día porque pasasteis horas sobre las tablas, tenías la piel de los dedos y de los pies arrugada, y de todas aquellas horas, por lo menos una, se te fue mirando hacia la playa para ver si ella aparecía, y cuando supiste de forma cierta que no te iría a ver ese día, desilusionado pero sin decirlo a tus amigos, saliste del agua, te quitaste el traje, y caminaste con la tabla bajo el brazo por la arena hasta el paseo.
Y por el paseo fuisteis los cinco amigos, como héroes modernos ante las miradas y la admiración de otros muchachos y otras chicas.
Y fue, precisamente, en la zona de los chiringuitos donde la viste. ¡Ana, por fin! Y no fue tomando una copa, ni flirteando con un chico de tu edad, ni charlando con compañeros del instituto, ni con aquel muchacho de la moto de alta cilindrada con el que la viste un día, el que trabajaba los fines de semana en la pizzería conduciendo una motocicleta de reparto, no. Y como no sabías que fuera colaboradora de la Cruz Roja, mayor fue tu sorpresa cuando la viste metida en el agua hasta la cintura, sujetando una silla anfibia junto a otros dos compañeros para que una persona con minusvalía pudiese tomar un baño de mar.
—¡Ana! —la llamaste con la mano que tenías libre.
Ella levantó alto su brazo desde la espuma y te saludó. Y tú, desde tu sitio, podías ver cómo la persona sentada en la silla anfibia sonreía flotando feliz sobre las olas del Mediterráneo.
En ese momento lo supiste: ella no tenía nada que demostrar a nadie. Y quizá por eso, esta foto tuya con tus cinco compañeros en línea esperando las olas, a veces, te resulta extraña, aunque no puedes desprenderte de ella. Es una foto bella y el surf ha sido siempre tu pasión. Porque por increíble que parezca y aunque ella no aparece en la foto, es el único recuerdo que tienes de Ana y de aquel día. Y si pasas la mano por encima de la foto y la llevas hacia la izquierda hacia la zona donde debería estar el chiringuito —aunque tus dedos en ese instante rocen el lomo de un libro o una estatuilla de tu biblioteca— casi te parece que podrías llegar a tocarla a ella, que debería estar allí, entre las sillas anfibias y la furgoneta de la Cruz Roja.
Dicen que ella se fue a vivir a otra ciudad y que trabaja como abogada para una ONG.
Tú no te convertiste en monitor de surf. ¡Lo que es la vida! Ahora tienes una autoescuela. Pero te queda esa foto, la del día en que querías causarle buena impresión, y la buena impresión, sin duda, te la causó ella.©


El beso de la ola integra una colección de relatos con temas de playa, niños y adolescentes. Acaba de ser recogido por la Revista Aldaba de la Asociación Itimad de Sevilla, en el número 15 de mayo.

domingo, 22 de mayo de 2011

ALGO ESTÁ PASANDO...



Indignados y organizados.
No somos mercadería.
Soberanía popular, no a la soberanía económica.
Pueblo manso, buen esclavo.
Ni pensionazos, ni sueldazos.
Mucho chorizo, poco pan.
Paguen la crisis sus culpables.
Democracia económica.
Juventud sin futuro: sin casa, sin curro, sin pensión, sin nada.
Indígnate.
Ciudadanos en crisis.
Democracia real ya.
No somos mercancia en manos de políticos y banqueros.
Democracia, lucha diaria.
Error del sistema#spanish revolution.
Apaga la TV y piensa.
1.500.000 familias sin ingreso.
Una mente abierta puede cambiar el mundo.
Por nuestro futuro.
España escucha, así es como se lucha.

sábado, 21 de mayo de 2011

ADIÓS A LUNA.



Se fue ayer. Pero se quedó en nuestros corazones. Fue una dama. Obediente, simpática. Viene de una lejana mezcla de perros de circo y de perros cazadores. En sus genes tenía mucho de los primeros.
Le encantaba jugar con la pelota. Sabía nadar muy bien. Adoraba a los niños, y disfrutaba con los cantos de los tordos, y el perfume de las flores.
Fue mi acompañante de paseos por la playa. Juntas recogíamos vieiras partidas, y yo le decía: —Mira Luna, otra “ala de mariposa”, mientras esperábamos que alguna editorial quisiera recoger el libro en su catálago.
Una sola vez tuvo hijos con Kitt. Y a sus cachorros les dimos nombres griegos. Ella nunca lo supo. Así es la vida de los perros. Se los separa rápido de sus padres, y luego a sus hijos de ellos.
Fue nuestro mejor espejo: nos hacía únicos, especiales, mejores de lo que somos. Y aunque no tenía teléfono móvil, cuando nos íbamos de viaje y llamábamos a casa, alguien le ponía el teléfono a la oreja y después de escuchar lo que le decíamos, le daba un par de lenguetazos...
Luna querida, como dice una canción vasca que se canta en los funerales "hasta pronto".

viernes, 13 de mayo de 2011

Mírenlo




Por: Pilar Alberdi

Para mi hermana Salo.

En ese parque viví las horas de mi infancia. Lo cruzaba para ir y volver del colegio. En los otoños debí verlo como lo veo ahora. Yo, con la misma inquietud por ir a jugar o por llegar a casa. Y él, tan sereno, siempre. Indiferente acaso, hasta cuando me caía y me raspaba las rodillas.
Recuerdo que había un ciprés, de enormes brazos, al que nos subíamos a sentarnos cada tarde, y que en las primaveras florecían los cerezos.
No sé si existirán todavía, pero había junto a una pista de patín dos palmeras, y enfrente una pequeña marmolería a donde íbamos a buscar restos de mármol para jugar a las payanas.
De las estatuas, siempre me llamó la atención una, dedicada a la madre. Era tosca y con porte de matrona; y algunos días, a su vera, alguien dejaba flores, mientras los enamorados probaban a decir «te quiero»y escribían sus nombres en rústicos bancos de madera.
Casi puedo sentir la brisa...Los columpios vacíos quizá se están moviendo al viento. Viejos ya, no recuerdan ni siquiera nuestros nombres.
―¿Tanto tiempo ha pasado?
―Mucho.
Ella abrió la puerta. Es mi hermana, la que mira por el objetivo de la cámara. Cuando se oiga un clic, se acabará el recuerdo.
Pero ahora, las dos vemos la misma imagen: una calle mojada y húmeda; y en los charcos del bordillo de la acera, el cielo gris de otoño, y entre las blandas nubes de algodón, las hojas ocres.
Ella está a punto de cerrar la puerta... Yo pondré el punto final.

Foto: Salomé Alberdi.

lunes, 9 de mayo de 2011

MEDIO PAN Y UN LIBRO



Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros ( Granada ). Septiembre 1931.


"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre', piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía.
Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión. Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.
No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social. Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor', y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!'. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida
Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura'. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz. Septiembre de 1931.

jueves, 5 de mayo de 2011

ADIÓS A ERNESTO SÁBATO.



Por: Pilar Alberdi

Nos dejó antes de cumplir los 100 años. Seguramente no esperaba vivir tanto. Se dice de él que fue contradictorio políticamente. Cuando uno piensa, y no se sigue un camino a ciegas, es normal que a los demás pueda parecerles que alguien va dando bandazos. No creo que él lo sintiera de ese modo. Sabía que tenía sus crisis, sus dudas enormes... Pero eso es un hombre. No creo que jamás se considerase perfecto. Quizás era tan contradictorio como el propio país que le tocó vivir. También pesimista.
Dicen que no se quiso psicoanalizar para mantener sus neuras, las que le hacían escribir, y también pintar.
Sus padres tuvieron 11 hijos y él fue el décimo. Nació despues de otro hermano fallecido y por eso, como era costumbre en la época, le pusieron el nombre del difunto. El propio autor dijo que muchas veces se sentía como suplantando a otro. Quizá iba a ver la tumba de su hermano y allí veía su propio nombre. Se sabe que todo esto afecta. Tantas veces su rostro era triste, y esa actitud suya de mostrarse con los brazos cruzados a modo de defensa fue uno de sus gestos típicos. Se supo comprendido e incomprendido. ¿Un hombre puede pedir más?
Tuvo un padre severo y que pegaba palizas.
Leí "Sobre héroes y tumbas" cuando era joven. Lo volví a leer hace dos años.Alguna escena que me pareció fuerte en su momento, ya no me lo parece ahora. Su obra sigue viva. Representa el pensamiento de la clase media argentina de una época.
En mi biblioteca los autores están divididos por género y por países. Pero también tengo unos estantes destinados a aquellos libros que, por una razón u otra, considero especiales o les tengo cariño; y entre ellos, está Sobre héroes y tumbas.
Con el retorno de la democracia, después del grave período de dictaduras que abarcan los años 1976 a 1983 del siglo XX en la Argentina, el presidente Raúl Alfonsín lo nombró presidente de la Comisión nacional sobre desaparición de personas.
Por si alguien tiene interés en leer lo que ocurrió en esos años, les dejo aquí el enlace.Documentos comisión nacional sobre desaparición de personas
Conozco una casona frente al Mar Cantábrico, en Zarauz, cuyo blasón tallado en piedra,dice: "Nadie es más que nadie". Yo creo que Sábato se llevó muy bien aprendida esa lección. Ojalá que nosotros también sepamos.

domingo, 1 de mayo de 2011

FERIA DEL LIBRO DE JAÉN



Para aquellos que puedan tener interes en asistir, les comentó que estaré en la Feria del Libro de Jaén.
En esteENLACE tienen la programación completa.
De todos modos, les dejo aquí los datos.

Encuentro con autor: Pilar Alberdi.
Día 10 de mayo: 11 hs.
Alumnos de 3º y 4º de Primaria.

Organiza el Centro Andaluz de las Letras con la colaboración de la Editorial Casals, editora de Alas de mariposa. Colección jóvenes lectores de 8 a 11 años.Sello Bambú.