martes, 28 de febrero de 2012

«NOCHES ÁRTICAS» DE ANA VIDAL EGEA




Reseña: Pilar Alberdi


Esta obra de Ana Vidal Egea me deja la grata sensación de haber participado en ese difícil recorrido que es llegar a la «medianía de la vida». Ese tiempo en que la juventud ya forma parte de un pasado que va quedando atrás como la estela espumosa de un buque en su camino por el mar. Algo tan frágil y, a la vez, tan dinámico.
Viendo las notas que tomé para la reseña recuerdo con placer el encuentro con los pequeños detalles que nos sorprenden en un libro, los aciertos, la fe con la que la escritora se enfrente a la palabra como un orfebre para sacarle, como si se tratase de una piedra preciosa, sus mejores facetas, un juego de luces imponderable.
Dice la protagonista en el interior de un aeropuerto: «La maraña de gente sola, acompañada, caminando en direcciones opuestas, riendo, furiosos, arrepentidos, viejos, jóvenes, niños, dispersándose como pájaros desesperados». Y qué cierta, esa desbandada.
Esa sensación de que lo que nos acompaña no nos da amor: «El repetido sentimiento de que en los espacios mastodónticos nos sobra todo el mundo».
La protagonista se marcha a un país del norte de Europa, Finlandia, para realizar su tesis, ¿y sobre qué tema? El silencio... «(...) mi tesis doctoral en literatura abordando el uso y el porqué del silencio, ahondando en la opción de enmudecer en vida. Silencio y cine, silencio y literatura, silencio y arte. Silencio y dolor, y enfermedad y vacío y renuncia».
Poco a poco suma a su experiencia de la vida, el conocimiento que le da el territorio que la acoge:«He aprendido a amar la nieve, cae muy despacio, sin molestar».
Allí conoce gente y, especialmente, a un hombre...«Repasaba rápida todas esas caras nuevas, la forma en que abordaban una conversación, el lenguaje corporal. Bebíamos cerveza y sidra, hablábamos del clima, de dónde veníamos. Otra cerveza. Qué habíamos venido a hacer aquí, dónde vivíamos. (…) Supe que me costaría tiempo saber quiénes eran detrás de lo que pretendían ser».
Este no es un libro cualquiera: hay conocimiento, hay infinitas lecturas... Los nombres de autores y obras saltan como hormigas curiosas por las páginas: escritores, pintores, arquitectos, estilistas... Una amalgama de siglos... De creencias, de ideas, de esperanzas y derrotas. Porque al fin y al cabo, la vida del otro es mi vida, y la tuya. «Yo tenía un miedo terrible a precipitarme. La precipitación había sido el constante error a lo largo de toda mi vida»... Y van pasando los nombres... Poe, Cavafis, Heminway, Wittgenstein, Baudelaire, Talleyrand, Margaritte Duras, Primo Levi, Oviedo, Nabokov, Eliot, Quincey...
«Intentamos concentrarnos en aquello que nos gusta. Lo que más, bañarme en agua muy caliente, mirar la luna desde mi ventana, que me abracen por la espalda, que me toquen el pelo...»
Él le dice: «Cásate conmigo o adóptame».
¡Qué difícil es adoptar a otro, ser en otro, con otro! Ser el salvador o salvadora que luego se convierte en víctima. Hay aquí otro lado, otra esquina del Alexis o el tratado del inútil combate de Margaritte Duras, en la que se afronta la línea que imposibilita la unión verdadera de los cuerpos más allá de cualquier condición.
Esta aquí representada la vida de una mujer que busca encauzar su destino, aunque tenga el convencimiento, de que no se puede conocer a nadie realmente, de que «nos pasamos la vida interpretando a otros».
Noches árticas de Ana Vidal Egea. Se los recomiendo. Un libro de la editorial Baile del sol. Les invito a saber más de la autora, y a visitar el catálogo de la editorial en el siguiente enlace.

Sinopsis:
«Partiendo de unan relación real, Noches árticas narra la relación entre una mujer enamorada de un hombre homosexual y ese mismo hombre que lucha a diario contra su propia mente.
Mediante palabras, imágenes, humo y música, dedican todo su tiempo a construir una historia que, sin embargo, no puede consumarse.
Un encuentro que se desarrolla durante meses en Finlandia, donde la nieve, el frío y el miedo al banco acentúan la soledad de los personajes, quienes lentamente van destruyéndose el uno al otro, incapaces de aceptar la imposibilidad de amar con el cuerpo».

La autora:
Ana Vidal Egea (Dolores de Pacheco, Murcia 1984), es doctora en Literatura Comparada (UNED) y licenciada en Periodismo (UCM. Ha vivido en Helsinski y Madrid. Actualmente trabaja como gestora cultural en el Centro Cultural de España en Miami.Ha recibido varios premios y publicado libros de relatos. Esta es su primera novela.

MÁLAGA EN FEBRERO



Tiempo de orquídeas y bonsais.

sábado, 25 de febrero de 2012

"CARTAS DE AMOR" DE MARK TWAIN



Reseña: Pilar Alberdi

Acaba de publicar la Editorial Funambulista las cartas entre Samuel Langhorne Clemens, más conocido por su seudónimo literario de Mark Twain y quien fuera su esposa, Olivia Langdon, «Livy».
La traducción es de Alma Fernández Simón y el postafacio de Rubén Pujante Corbalán.
En estas cartas observamos a un Marc Twain, enamorado de su mujer y de su familia, pero que a causa de su participación en negocios editoriales y, en especial, de los viajes que hacía para dar conferencias, pasaba gran parte de su tiempo fuera del hogar. Así le vemos recorrer América y Europa, en caballo, calesa, tren y barcos. De hecho, hay una carta en que se disculpa por su «mala escritura pero estoy en un carro de caballos...»
Por falta de tiempo, las cartas ofrecen información sin detenerse en detalles, pero como el propio Mark Twain se lamenta, mucho le gustaría detenerse en descripciones. Igual, hablan de sus problemas económicos, de los regalos que ha comprado para las niñas o su mujer, pregunta por sus suegros, y comenta cómo se portó el público en sus conferencias.
El objeto en sí que representa la carta como acto de comunicación nos desvela esos pequeños detalles como las posdatas que en un intento de continuar la conversación se van multiplicando con el simple añadido de P.D 1, PD 2. Una de las cartas incluye un total de 5 posdatas. Y en otra se señala que la fecha con la que se data la carta ya ha pasado porque es más de medianoche.
Quienes vivimos en este tiempo, difícilmente podemos comprender lo que representaba para las personas del siglo XIX, la falta de comunicación inmediata. Cada interlocutor en un punto u otro del territorio se limitaba a imaginar lo que el otro hace o cómo será el tiempo allí. Y aunque lo que se intenta es un diálogo, por momentos tiene la apariencia de un monólogo.
Valgan de ejemplo estas líneas:
«Desde que he escrito la última frase, he estado estudiando la guía del ferrocarril durante un hora, cariño, y creo que podré llegar a casa a última hora de la tarde o ya en la noche del sábado, quedarme allí hasta después de las doce y luego seguir hasta Nueva York, donde puedo descansar todo el domingo y la mitad del lunes... o puede que haya un tren diurno el domingo de Hartford a Nueva York. Ya veré».
Por su parte Livy contesta: «Espero que en Filadelfia esté haciendo una noche agradable. Aquí está lluvioso y desapacible ».
Ella imagina cómo será el tiempo en donde se encuentra su esposo; desea para él lo mejor, y a su vez le cuenta con detalle cómo está el tiempo en donde ella vive. Todos esos datos llegarán días después a los respectivos corresponsales. Mientras él, en un lejano pueblo se contenta con mirar el daguerrotipo que representa a su amada y le canta alabanzas. Y ella se preocupa de contarle las pequeñas anécdotas familiares que vive junto a sus pequeñas hijas.
Ninguno de los dos puede llegar a casa y ponerse la radio o la televisión para sentirse menos solos. Y Mark Twain lo expresa claramente: «Mañana seguramente me levantaré y bajaré a la ciudad, porque tengo que hablar con alguien, estoy lleno de conversaciones».
El auge de los periodistas taquígrafos trajo al dictado de sus conferencias un problema añadido. Con cada nueva presentación de un texto podía hacer un recorrido de muchas poblaciones, pero en cuanto algún periodista tomaba nota de la misma y la publicaba en un periódico se veía obligado a escribir otra conferencia inmediatamente, sino ¿de qué modo podría entretener y sorprender a su público? Le molestaba terriblemente que esos periodistas y, en especial, los dueños de los periódicos, no comprendiesen que de esas conferencias dependía el sustento de la familia. Se lamentaba: «...porque aunque la ley proteja estrictamente lo que un zapatero crea con las manos, no protege lo que yo he creado con mi mente».
La cifra de ejemplares vendidos de algunos de sus libros eran muy altas y cuando piensa en esa historia que escribirá sobre el Mississipi, le dice a Livy, su mujer: «Pero cuando escriba el libro del Mississipi, ¡ojo!, me pasaré dos meses en el río tomando apuntes, y apuesto a que haré un trabajo de calidad».
Por correspondencia se declaraban su amor y respeto pero también sus enfados y preocupaciones. Y también los sueños. Livy le dice que deben terminar con esa separación que impone la necesidad de obtener dinero a través de las conferencias, y asume que si es necesario habrá que recortar gastos para que eso sea posible: «Nos alojaremos o viviremos en una casita de campo y nos quedaremos con una criada, viviremos cerca de los coches de caballos para no necesitar ni caballo ni carruaje».
Él habla de sus protectores de los zapatos, en un tiempo en que las calles de los pueblos eran de tierra y se ponían imposibles con las lluvias. También refiere los buenos servicios que en esos casos le daba su abrigo de piel de foca.
Pero los tiempos van cambiando. El tren suplanta a los barcos. Pero no será hasta una carta fechada en 1903 que el autor se refiera al hecho de hacer una llamada telefónica.
Todas las palabras que tiene para la gente de color son amables. Él ayuda cuando ve una necesidad, y de algún modo sabe que realiza el acto por ella, por su amada, que siempre le recuerda en sus cartas cuál es el buen camino, y hasta le escribe palabras de la Biblia, aunque ya en la madurez tenga sus dudas sobre Dios e intente aferrarse a la antigua fe. Mark Twain, además, nació pobre, y no sólo conoce el mundo que le rodea sino que escribió una obra excepcional como es Príncipe y mendigo, donde demuestra cómo serán valoradas y tratadas las personas según sea su cuna, o lo que es lo mismo por su apariencia y su condición.
Sus niñas se llamaron Susie, Clara y Jean. Y también tuvieron un niño que falleció al poco tiempo de nacer.
Como la vida es como es, en un momento escribe: «¡yo y los míos éramos pobres hace una hora, y ahora somos ricos y nuestros problemas han desaparecido». Pero el drama continúa... Poco después perderán a su hija Susie, y aquí dará comienzo el declive.
Las cartas más emotivas están hacia el final de la vida del escritor. Ahí sufren el zarpazo de la muerte de esta hija, y después fallecerán Olivia, y Jean.
Como bien dice Rubén Pujante Corbalán en el postfacio titulado Samuel canta a Livy : «Samuel escribe, ensalza, adora y canta a Livy en cada una de sus cartas hasta la última de ellas» y de las 200 cartas de este volumen 163 son para ella.
Enlace a la editorial: www.funambulista.net


Sinopsis de la contraportada del libro



Twain dejó escrito: «El producto más franco, más libre y más privado de la mente y del corazón humano es una carta de amor». Este epistolario inédito hasta ahora en español (que abarca desde el noviazgo de la pareja en 1867 hasta la muerte de Olivia «Livy» Langdon en 1904) revela no sólo la íntima parcela sentimental del genial escritor estadounidense, sino también el aspecto profesional de su carrera. En muchas de las cartas aparece el espíritu filantrópico del novelista, su sentido de la solidaridad y su hondo desasosiego por el ser humano. Pero, sobre todo, como bien señala Rubén Pujante Corbalán en su postfacio, la utilización maestra del humor es «el matiz que fluctúa en la correspondencia como testimonio de un estilo personal. Son las anotaciones humorísticas, los pequeños comentarios jocosos, los chistes y anécdotas graciosas los que amenizan la lectura de las cartas y despiertan la sonrisa y la carcajada complaciente del lector».
Cabe leer pues esta correspondencia como una radiografía de la vida de Twain, quien escribió en el prefacio a su autobiografía: «Me ha parecido que podía ser tan franco, libre y desinhibido como una carta de amor si supiera que lo que estaba escribiendo no iba a ser expuesto a ojo humano alguno hasta que yo estuviera muerto, ignorante de todo e indiferente».

El autor (Datos facilitados por la editorial).


Mark Twain, seudónimo de Samuel Langhorne Clemens, nació el 30 de noviembre de 1835 en Florida (Missouri). En 1851 publicó notas en el periódico de su hermano, el Hannibal Journal. Fue piloto de un barco de vapor por el río Mississippi. En 1861, se alistó en el ejército Confederado. Fue periodista en el Territorial Enterprise de Virginia City y, en 1863, empezó a firmar sus artículos con el seudónimo Mark Twain, una expresión utilizada en el río Mississippi que significa dos brazas de profundidad (el calado mínimo necesario para la buena navegación). En 1865 escribe la historia que escuchó en las minas de oro de California: «La célebre rana saltarina del condado de las Calaveras», y logró una enorme fama en todo el país. En 1870 contrajo matrimonio con Olivia Langdon y se estableció en Hartford (Connecticut). Escribe Tom Sawyer (1876), que describe la infancia en un pueblo a orillas del Mississippi, El Príncipe y el Mendigo (1882), Un yanqui en la corte del Rey Arturo (1889), Las aventuras de Huckelberry Finn (1884), considerada la obra maestra de Twain. En 1884 crea la editora Charles L. Webster and Company, pero la inversión en una imprenta automática le endeudó, por lo que tuvo que dar una gira de conferencias por todo el mundo para obtener fondos. En las décadas 1890 y 1900 sus escritos exponen amargura y un creciente pesimismo causados por el fracaso de sus negocios y la muerte de su mujer y dos de sus hijas. Escribe Wilson (1894), novela sobre un asesinato con trasfondo racista, y Recuerdos personales de Juana de Arco (1896), biografía sentimental. Recibió el doctorado Honoris Causa por la Universidad de Oxford en 1907. Falleció el 21 de abril de 1910 en Nueva York.

lunes, 20 de febrero de 2012

SUEÑOS DE VERDE de Alexis Brito




Reseña: Pilar Alberdi

Publicado por Albis Ebook este poemario adolescente de Alexis Brito Delgado reúne algunos de sus primeros poemas y se abre con un prólogo en donde el autor da cuenta de su trayectoria literaria. La introducción al mismo es la frase de Rimbaud: «El poeta se convierte en evidente a través del largo, sistemático e ilimitado desorden de los sentidos». O, lo que es lo mismo, la persona que es el poeta, se reconoce, se descubre a través de la parte inconsciente que le devuelven las palabras que surgen a través de cada poema. Y en ese esbozo, a modo de volcar la mirada sobre un espejo, nosotros también nos reconocemos. Vemos reflejado ahí, en este caso, nuestra adolescencia..
Alexis Brito Delgado reconoce como padres literarios a Yeats, Baudelaire, Rimbaud, Whitman, Blake y otros a los que llegó posteriormente como Brecht.
El poeta, ya no como adolescente sino como hombre que hoy puede mirar atrás, dice: «tenía la edad y la sensibilidad perfecta para sumergirme en aquél océano enmarañado. Mi creatividad por las nubes y, dado que era un chaval solitario e introvertido, descubrí que la poesía era la forma ideal de desahogarse». Él sabe que «bastante complicado es publicar una novela, como para perder el tiempo enviando mis poemarios a editoriales», sin embargo no cede ante la tentación de rescatar estos poemas del pasado y hace bien porque nos permite vernos reflejados en ellos. Y sin bien es verdad que hoy en día, es decir a partir de mediados del siglo XX «la poesía es la hermana bastarda de la narrativa» cualquiera que tenga una trayectoria lectora sabe que en un poema cabe tanto o más que en 500 páginas.
Se quiere libre el poeta de las limitaciones de la rima y el conteo silábico, pero en esto de las formas no hay libertad posible, todo lo que nos antecede está en nosotros, y en su caso algunos poemas muestran un ritmo que no puede escapar al acento prosódico y a la utilización de ciertas palabras en beneficio del ritmo.
Encontramos también en este poemario palabras cultas o en desuso para el habla popular y que sirven para recrear un ambiente y una atmósfera para los sentidos a la que calificaríamos de romántico-gótico:«templo, ruinas, deidades, máscaras, óbalo, lumbre, demonios, infierno, destino, velos alabastro, azabache, carmesíes....» Palabras que sirven para acompañar sentimientos dolorosos, certidumbre del caos y fe en la esperanza.
Cita el autor entre su poemas preferidos los siguientes: Ruinas de neón, Sueños de verde (que da el título al libro), Siento mis sueños, Ensueños e Historia, a los que percibe como una «pentalogía sobre el amor no correspondido».
En esta poesía el uso del gerundio es abundante, lo que no hace más que recordarnos las fuentes de las que se nutre, y que estamos en presencia de un poeta. Lo apreciamos ya desde el primer poema «Ensueños».
Hay poemas escritos en segunda persona, en diálogo con la persona evocada; y otros en los que el poeta confiesa lo que siente de un modo directo... «Déjame decirte lo que creo...» De este modo comienza el poema «Noches interminables».
Frente a unos poemas más clásicos, hay otros de estilo moderno. Es el caso de «Aves de promesa» que a través de la carencia de determinantes, consigue provocar imágenes que se multiplican en evocaciones a ambientes diferentes, e implícitamente surgen a través de la enumeración: metáforas y comparaciones.


AVES DE PROMESA

Susurros de fragantes hierbas,
manos danzantes,
corrientes violetas de agua,
desiertos infinitos,
peces brillantes.
Cielos despejados de nubes,
bosques misteriosos,
miembros orantes extendidos,
ojos sesgados al anochecer.

Aves de promesa
volando alto
en el tiempo de verano.

Flores extrañas,
hogueras donde arden sentencias,
ciudades vivaces,
calles sinuosas,
mares turquesas,
tapices de estrellas rojas, azules y amarillas,
dulces sonrisas peregrinando,
pies descalzos pintados.

Aves de promesa
volando alto
en el tiempo de verano.


Cierra el libro la frase de Novalis: «Lo que ahora no alcanza la perfección, lo alcanzará en un intento posterior o reiterado; nada de lo que abraza la historia es pasajero, y a través de transformaciones innumerables renace de nuevo en formas siempre más ricas». Y el hombre que fue ayer aquel adolescente sigue hoy en la tarea. No ya sólo desde la poesía, sino también desde la narrativa.

Nota: puedes descargar este libro gratuitamente desde la página de la Editorial Albis Ebook. La obra contiene ilustraciones interiores y de portada de Ösk. La maquetación interior la ha realizado Carlos Daminsky y la de portada, Anabel Zaragozí. Descarga el libro en este
enlace
.

IMPRESIONES LAS JUSTAS



El blog Impresiones las justas que lleva el editor y escritor Javier Casado recogió de mi blog el poema "Oficio de poeta" y tuvo la amabilidad de publicarlo en el suyo. Les invito a conocer este blog Impresiones las justas y la editorial del mismo nombre en el siguiente enlace.

jueves, 16 de febrero de 2012

ELOGIO DE LA ESTUPIDEZ de Jean Paul Richter




Reseña: Pilar Alberdi


Este libro se publicó en 1782 con el título original Das lob der Dummheit. Su autor: Johann Paul Friedrich Richter.
La edición que nos presenta la editorial Sequitur comienza con un prólogo de Hermann Hesse que hará las delicias de cualquier lector. Y sus palabras nos sirven para comprender cómo llegó Jean Paul Richter a escribir Elogio de la estupidez.
Se ha extendido esa idea extraña de que un libro es sólo literatura, personajes que uno se inventa. Un libro sea el que sea, es una vida. La que ha pasado por la del escritor con los temas que le han obsesionado o simplemente preocupado.
Dice Hermann Hesse sobre este autor: «se le ha reprochado a menudo como defecto o debilidad su escasa adaptación al mundo. Pero habría que considerar que para el desengañado del mundo, para el poeta e idealista hostil a la realidad, significaba una proeza considerable enfrentar su pobre y hambrienta persona al mundo y persistir tozudamente en su manera y en sus manías costara lo que costase. Y a esto se atuvo toda su vida». Añade el autor alemán: «y había muchas cosas que no funcionaban, aparte de algunas amistades y correspondencias, aquella vida no tenía una realidad, se deshacía en dos mitades, la que transcurría en la mesa de trabajo, con cerveza y vértigo creativo, y otra anodina de rostro gris y cotidiano».
Si algo queda claro, después de leer estas palabras, es que debemos a esa fractura, a esa división entre el mundo de los pensamientos (realidad imaginaria) y la realidad cotidiana la excelencia de esta obra. y el sufrimiento que hubo en su vida. Si hubiera tenido la posibilidad de entenderse bien con su época, es decir, si no hubiese poseído una mirada crítica, esta joya se habría perdido para el mundo.
Compararía esta obra con otras que dejan huella, que tienen que ver con lo que somos como sociedad, y que nos obligan como lectores a mirarnos en un espejo del que no siempre salimos bien parados. Por ejemplo, y las citaré por orden de publicación: El arte de la guerra de Sun Tzu, el Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam, El príncipe de Nicolás Maquiavelo, El arte de la prudencia de Baltasar Gracián.
Johann Paul Richter tuvo una idea excelente: hizo de la Estupidez un personaje y le dio la palabra. ¿Interesante, verdad? Pues escuchen lo que dice la Estupidez:«Yo, la Estupidez, para mostrarme a los hombres con mi mejor aspecto lo mismo adopto la apariencia más respetable que cualquier otra. Aunque, a decir verdad, no complazco en cada momento más que a aquéllos que me ven con su propia forma. Unas veces brillo en el adulador de buenos modales que, como un cuadro, lleva todas sus cualidades en la parte externa, recibe su entendimiento como una costumbre y al elogiar los defectos del poderoso obtiene una recompensa por los suyos».
Oh, pero no piensen que sólo unos pocos renglones brillan de esta manera y que los estoy citando aquí para llamar su atención. Todo el libro es excepcional. Tomemos algunos ejemplos más de lo que dice el personaje:«Tal vez sorprenda que la Estupidez se haga escritora; pero seguramente sería más llamativo que la Sabiduría hiciera lo mismo». Como la estupidez sabe mucho de envidias... Ella misma dice: «Por eso la corona de laurel que porta el mérito no es más que la corona de flores que escoge la víctima para inmolarse en el altar de la envidia. Por eso los sabios deben mendigar las migajas entre los que dilapidan la recompensa de unos méritos que no poseen, y lisonjear al ignorante con la lengua que podría instruirle. (…) El idiota no tiene enemigos pues no tiene admiradores, con la excepción de los que admiran su estupidez en la suya».
Oh, cuánto aprecio que el editor de Sequitur me permita recoger fragmentos de los textos que publica porque de qué manera yo, pobre escritora, podría reflejar tan siquiera lo que este formidable autor define con una inteligencia sin par.
Añado unas frases más: «El rostro del sabio está surcado de arrugas,esas cicatrices que llevan todos los que combaten la Estupidez» (…) «Hago feliz al idiota tanto en su cabeza como en su corazón. Es cierto que no le proporciono la sabiduría, pero sí la creencia de que la posee».
Y como buen admirador de Cervantes, ¿qué escritor europeo no la ha sido?, con cuánto placer lo han leído y citado una y otra vez... Pues el autor, rememorando El Quijote, dice: «Bendito sea el hombre —diría un segundo Sancho Panza que inventó la soberbia (soy yo) la Estupidez».
Queridos lectores, no se pierdan de leer esta obra. Este libro contiene más de cien páginas en letra pequeña que desbordan Estupidez y nos dan sabiduría.
Como siempre, no puedo hacer otra cosa que recomendar el
catálogo de esta editorial
. Sus libros son un reflejo de intelectuales que siguen brillando con luz propia.

De la contraportada del libro:

«Jean Paul (1763-1825) fue un espíritu libre y ligero, un autor genial que iba y venía vivaz entre los antagonismos, llegando, en esta tarea, más lejos que la mayoría de los autores alemanes. Fue un gran humorista cuyo humor descansaba en gran parte en una conciencia secreta de las propias debilidades, en un conocimiento profundo de la polaridad”» Hermman Hesse

Otros datos sobre el autor:
Si les interesa leer la biografía del autor que aparece en la Wikipedia, allí entre otras cosas se dice que «Jean Paul fue olvidado después de su muerte y sus obras de importancia fueron redescubiertas nuevamente por Stefan George».l

martes, 14 de febrero de 2012

HAIKUS



La inclinada
fragancia de la rosa
sobre la hierba.


(Pilar Alberdi) ©


Mis haikus

Fueron recogidos en papel en HAIKU sans frontières —una antologie mondiale—, Les Éditions David (Orleans, Ontario, Canadá, 1998).
La editorial Houghton Mifflin Company para su Spanish Reading Program destinado a estudiantes de español,lleva publicando uno de estos haikus desde el año 2002, y ha renovado sus derechos hasta 2020.
Citaré a continuación algunas páginas digitales donde se citan o reproducen.
El rincón del haiku (Buscar en autores letra «A»)
Terebess
Artículos:
Poesía Haiku de Luis Corrales Vasco Odesa
HaikenHaikus de poetas del siglo XX
Aspha Súmaj(Tierra linda) de Antonio Cruz
Referencias a estos artículos pueden verse en Teoría poética

viernes, 10 de febrero de 2012

"ESCRITOS BREVES" DE JAMES JOYCE



Reseña: Pilar Alberdi

James Joyce pasó la mayor parte de su vida lejos de su Irlanda natal, pero siempre estuvo unido a su lengua, puliendo cada frase, exigiéndose. Es algo que se percibe fácilmente. Y, pienso, que ser profesor de inglés en países europeos habrá sido un incentivo.
Mucha gente se queja de su Ulises y, sin embargo, han de saber que para la época, contar y tratar los temas que él vuelca en ese libro fue un paso adelante. Además, nos revela su amor a la literatura griega y, en especial a Homero.
Yo admiro sus relatos breves, encuentro en ellos, ese deseo de perfección que alcanza a toda su obra. Quizá, por eso, me adentré con verdadero placer en este libro Escritos breves de James Joyce que acaba de publicar la Editorial Escalera, porque aquí se reúnen tres textos juveniles en los que ya se puede apreciar la gran calidad que alcanzarían sus escritos posteriores.
Tenemos aquí las Epifanías, Un retrato del artista, y Giacomo Joyce.
El libro se presenta en inglés y en español. Siendo la traducción y la edición crítica de las tres obras de Mario Domínguez Parra. Pienso que para quienes dominan bien el idioma anglosajón será un placer contar con ambas versiones, que les permitirá además apreciar y valorar el trabajo del traductor.
Las Epifanías se componen de 40 pequeños textos y fueron escritas a principios del siglo XX. En ellas intenta Joyce recoger momentos especiales, recuerdos, sensaciones y sentimientos, y ¡vaya si lo consigue! Una siente al leer algunas estrofas que las palabras hacen vivo el momento. Son pequeños apuntes, verdaderas joyas literarias de juventud que demuestran cómo detrás de un buen escritor hay un gran observador. Tampoco el dolor está ausente. Aparecen mencionadas la muerte de un hermano y de la madre. Y vemos al Joyce que necesita pedir un traje prestado para ir a bailar, y al enamorado que partirá hacia el continente europeo con su amada.
Voy a tomar tan sólo unas pocas palabras de sus Epifanías para que perciban cómo se puede definir un instante. Con qué precisión.
«...el silencio se parte por sorpresa, como atravesado por una flecha». «El silencio se parte por sorpresa», ¿es que se puede decir mejor?
Y lean esta descripción sobre jóvenes mujeres. Da el cuadro perfecto de la época en que mujeres y hombres se mantenían distanciados en la vida social y una pareja para salir juntos por la calle, debía antes formalizar un compromiso. Escuchen lo que dice: «Pasan en parejas y en grupos de tres por entre la vida del bulevar caminando como personas que lo pasan bien en un lugar iluminado para ellas». Es que es sublime. ¡Cuánto es capaz de decir con tan pocas palabras!
El segundo texto, Un retrato de artista, en la que con seguridad está reflejada su vida, vemos a los problemas de carácter y de creación a los que se enfrenta un artista. Desde luego, un escritor es siempre una persona bastante ensimismada, y que se defiende y a la vez concede atención al mundo.
Y si por un lado habla de la «evidente autoadulación de su imagen», de la reticencia hacia otros, de cómo de repente le caen al artista la admiración de otros más grandes que él, también indica cuál es su camino y en donde pone su empeño: «Como un alquimista se aplicó a su obra, uniendo los misteriosos elementos, separando lo sutil de lo burdo. Para el artista, los ritmos de la frase y el punto, los símbolos de la palabra y la alusión, eran cuestiones supremas».
Y en Giacomo Joyce como bien señala el traductor e introductor, se trata de un «conjunto de impresiones dispersas en breves párrafos» en las que hay claras referencias a personas y lugares.
Amigos judíos, una posible amante, París, Trieste... Cada frase, cada estrofa contiene un pequeño mundo explícito o implícito, y una tiene que reconocer que ahí está Joyce, el gran James Joyce, lo mejor de él, y sobre todo, la base, el ejemplo de lo que dará después.
Ediciones Escalera nos presenta, en una excelente edición bilingüe, estos Escritos Breves de James Joyce, que cualquier lector que admire al autor sabrá apreciar.
Les dejo el enlace
a Ediciones Escalera donde podrán ver otros excelentes libros en su catálago.

MÁLAGA EN FEBRERO



Los jazmines de invierno están a punto de ser este estallido de flores.
Otras flores de esta época.



martes, 7 de febrero de 2012

UN PUESTO AVANZADO DEL PROGRESO de Josep Conrad



Reseña: Pilar Alberdi

La obra de Josep Conrad, Un puesto avanzado del progreso, que acaba de publicar Ediciones Traspiés cuenta con una sugerente portada y unas expresivas ilustraciones realizadas por Federico Villalobos.
Los protagonistas de esta obra son unos pocos personajes, pero todos ellos fundamentales. Los empleados de una compañía comercial, Kayerts y Carlier; el indígena que se hacía llamar Henry Price, a quien otros habitantes de la región llamaban, por el que fuera quizá su verdadero nombre, Makola. También aparece la esposa y los hijos de este hombre. Varios indígenas más y un jefe tribal de nombre Gobila.
Esta obra y El corazón en las tinieblas del mismo autor se refieren a los mismos temas: la llegada del hombre blanco y europeo a África. La excusa: el progreso; la realidad, el comercio y el afán de lucro. Si bien en El corazón de las tinieblas tenemos literatura en un alto grado, en Un puesto avanzado del progreso, el autor fue directo a la cuestión evitando la profusión de palabras innecesarias, casi como si se tratase de un trabajo periodístico de investigación. Esto es así, parece decirnos, y yo no puedo ocultarlo porque lo he visto con mis propios ojos. Aquí no hay un ser llamado Marlow que como parte de una compañía comercial nos cuenta cómo es la vida de un tal Kurz en la selva, ese lugar terrible donde «la maleza permanecía inmóvil, como una máscara pesada, como la puerta cerrada de una prisión». Pero la efectividad de Un puesto avanzado del progreso, la crudeza y la sinceridad con la que están presentados los hechos nos habla también del mejor Joseph Conrad, un buen observador del hombre, de sus ambiciones y sus mezquindades.
Kayerts y Carlier están orgullosos porque los han elegido, en una época difícil para encontrar un buen trabajo. El lugar al que los enviarán: una factoría en África, en realidad, un lugar ocupado por un par de chozas y poco más. Kayerts, se encuentra pletórico de alegría porque el director de la compañía lo ha nombrado «jefe», y mientras este se siente:«conmovido hasta el borde del llanto por la bondad del director» tanto que «le aseguró que intentaría dar lo mejor de sí mismo para justificar una confianza tan halagadora», el director que ya se marcha por el río, después de dejarlos allí, en medio de la nada, dice a su acompañante: «Mire a esos dos imbéciles. En casa tienen que haberse vuelto locos para enviarme semejantes especímenes (…) Siempre he pensado que la factoría de este río era inútil, y esos dos encajan perfectamente en ella». Por si no quedase suficientemente claro, el narrador añade: «Eran dos individuos completamente incapaces e insignificantes, cuya existencia sólo era posible dentro de la sofisticada organización de las muchedumbres civilizadas» (…) Pocos hombres son capaces de darse cuenta de que su vida, la esencia misma de su carácter, de sus capacidades y de sus audacias, son una mera expresión de su creencia en la seguridad de lo que les rodea». Pero África no es Europa, y pronto comprobarán que además de estar expuestos a la soledad, el desamparo y las enfermedades, su criado negro al que detestan, será la persona que a su manera les vaya solucionando los problemas. A veces con unas decisiones tan terribles, que a los blancos se les plantean cuestiones éticas de conciencia que para seguir sobreviviendo intentarán olvidar.
Ahí está el hombre blanco, sus abalorios, su ¿compra? de márfil, su desprecio al indígena, cuestiones éticas que Kayerts y Carlier no se plantean, porque forman parte de las creencias sociales de su época, las mismas que les han dado esos puestos de trabajo.
Cualquiera que lea este texto verá reflejado nuestro tiempo, y lo prescindibles que pueden volverse las personas una vez que se las ha utilizado.
Sin duda, una obra que no puede faltar en nuestra biblioteca. La edición con letra grande, y los excelentes dibujos, la hacen especialmente atractiva. Como bien dice Federico Villalobos, ilustrador pero también introductor y traductor del texto de Joseph Conrad: «Un puesto avanzado del progreso es, en gran medida, el resultado de una decepción (…) Y entre los muchos propósitos que la obra sostuvo fue el de la denuncia de una “filantropia enmascarada».
Les dejo a continuación el enlace a la página de la editorial y también a su blog.
Enlace a la página de Ediciones Traspiés
Blog de Ediciones Traspiés

jueves, 2 de febrero de 2012

EL FRACASO EN EL ARTE, HONORÉ DE BALZAC


LA OBRA MAESTRA DESCONOCIDA O EL FRACASO EN EL ARTE, HONORÉ DE BALZAC

Reseña: Pilar Alberdi

«¡La misión del arte no es copiar la naturaleza, sino expresarla!»
«La belleza es severa y difícil y no se deja alcanzar así como así”
I. Gillete


El fracaso en el arte puede estar representado por una obra realizada que no satisface al autor, ya sea en su ejecución o en el difícil arte de alcanzar la visión idealizada que de ella se había hecho. También, y aunque el libro no se centra en ese tema, estaría el fracaso de la obra de arte ante un público determinado o una época. Probablemente, pocas obras puedan representar como la Dama Velata o Puritas de Antonio Corradini (1668-1752) que se ha elegido para la cubierta, el sentido que reúnen estas páginas traducidas por Robert Saffron.
La obra maestra desconocida o el fracaso en el arte de Honoré de Balzac publicada por Casimiro Libros reúne un artículo y dos relatos. El primero corresponde a Paul Barolsky, profesor de Historia del Arte en la Universidad de Virginia (EE. UU), publicado en 2010 se titula Contar el fracaso en el arte, pero también en la literatura. En este texto se citan varios antecedentes sobre el tema, entre ellos La obra maestra desconocida de I. Gillete y Paolo Ucello de Marcel Schwob. Textos que completan el volúmen.
Comenta Paul Barolsky en Contar el fracaso que el ensayista Philip Lopate, aseguraba que el 90% de los intentos de hacer obras de arte terminan en fracaso. Creo que si dijésemos el 99% también acertaríamos. En todos los casos, cualquier cifra sería válida y más aún si dijésemos el 100% porque existe en el artista el deseo de perfección. Hay un deseo insatisfecho en el creador, al que muchas veces se ha representado como «la ansiedad del artista» y que en psicología esta necesidad de reiteración del acto creativo y de la búsqueda de perfección estaría representada por la imposibilidad simbólica, pero también inconsciente, de recuperar lo que Melanie Klein llamó «el objeto bueno» algo que se ha perdido y que daba sensación de unidad en las primeras etapas de la vida. No es extraño, pues, que encontremos tantos huérfanos y familias rotas en las vidas de los creadores.
¿A quién debe satisfacer el creador? A sí mismo. Y es bien difícil, porque en principio aún analizando la necesidad del acto creativo, este resulta inevitable, casi compulsivo; se crea porque nos se puede estar sin crear.
Contar el fracaso supone para Paul Barolsky la tarea de enumerar una serie de obras literarias que se han hecho cargo de este fracaso relatando la vida de los pintores. Entre ellas los relatos que dan luga al segundo y tercer texto de este libro. Y varios más como uno de Henry James.
Tras la lectura sosegada de este texto pensaba yo que la obra de teatro Arte,que tan de moda estuvo hace una década, no hacía más que recrear unos siglos después, la misma «nada», ese vacío, con la que a veces se encuentra el autor de una obra no lograda, ante la que también acabará situándose un espectador. Si en el cuento de Balzac la obra del pintor acaba en un resultado que no esperaba; en la de Zola el autor acaba con la vida de su obra y también con la suya propia; y en la de Henry James, el pintor se encuentra ante un lienzo en blanco, no pintado. Obra convertida en no-obra, aquello que se aleja de lo clásico y definido, aquello que no logra captar la forma. Es el fracaso del arte pero también el de la «modernidad». El autor también cita relatos de contenido similar escritos por Moravia, Gogol Proust. Y dentro de este fracaso de la modernidad, el profesor Paul Borolsky llama la atención sobre conocidos pintores como Manet o Picasso que ironizaron sobre los clásicos reelaborando a su manera varias obras. Pero ¿ no ocurre lo mismo —me preguntaba yo— con las obras clásicas a las que autores del presente, hablo apenas de hace un par de años, las reconvierten en obras de personajes que son zombis? Recuerdo la sorpresa que me produjo ver a un personaje de Jean Austen como zombi en la portada del libro.
Es evidente que estoy sumando mis propios pensamientos pero, es imposible no hacerlo, y es lo que tiene el poder leer textos como estos, pequeños pero de hondo contenido. Inducen al diálogo, a la proposición de nuevas particularidades, a la introspección.
Otro cuento que se cita es "Enoch Soames" de Max Beerbohm, en el que el personaje hace un arreglo con el diablo para poder viajar al futuro y ver en qué se ha convertido su obra. Terrible deseo. Se encontrará conque el resultado no es el que esperaba.
Es tan acertado el análisis de este artículo titulado Contar el fracaso que también acaba hablando del «fraude del creador que en realidad no crea», ya sea porque falsifique o copie una obra maestra o, incluso, porque encumbrado a través de la crítica u otros procedimientos se lo eleve a un grado de autor que no merezca.
Después de esta brillante introducción, el artículo de Paul Barolsky, que he intentado resumir a mi manera, aún podrán los lectores encontrarse con dos relatos La obra maestra desconocida de I. Gillete y Paoolo Ucello del libro Vidas Imaginarias de Marcel Schowb.
Llevaba muchos años yo con una frase de Gillete apuntada, entre otras que guardo, en un par de cuadernos, y la lectura de este libro me ha permitido encontrar el texto al que pertenecía: «¡La misión del arte no es copiar la naturaleza, sino expresarla!». Me parece una definición necesaria, es lo que esperamos que nos ofrezca una obra de arte, sea del tipo que sea (escultórica, pictórica, literaria, dramática...), que esté viva, que lo parezca, que nos haga llegar ese sentimiento ya sea en el movimiento de la hierba trazado por un pincel o en las palabras de un diálogo.
En resumen: verdaderas joyas literarias las de la editorialCasimiro Libros No dejen de visitar su catálogo. Es una pequeña caja de sorpresas.

PODA DE INVIERNO



Cuando llega la época de la poda de invierno da pena tener que cortar las rosas que se mantienen tan a gusto en el invierno malagueño. Pero se poda para renacer con más fuerza. Supongo que ocurre lo mismo en las personas.