
Reseña: Pilar Alberdi
«Señor: Quisiera rendir homenaje una vez más, una última vez, al genio de Eugene Delacroix, y os ruego acoger en vuestro diario estas pocas páginas en las que procuraré encerrar tan brevemente como sea posible, la historia de su talento, y la razón de su superioridad, que en mi opinión todavía no han sido reconocidos suficientemente, y también algunas anécdotas y observaciones sobre su vida y carácter». Estas son las palabras con las que se dirige el poeta Charles Baudelaire al redactor de L'Opinión nationale para solicitar sean atendidas y publicadas.
Charles Baudelaire tuvo el honor de conocer en su niñez y juventud al pintor, y en estas páginas deja, una vez más, como él muy bien dice, su testimonio.
En esta semblanza se ocupa de señalar el carácter y la personalidad del artista, y llama la atención sobre un hecho: considera que los escritores le comprenderion mejor que los pintores, y fueron los que mayoritariamente acudieron a sus exequias. Pero lo que dice del resto de pintores también la extiende a las personas en general: «Cabe recordar que los grandes maestros, poetas o pintores, Hugo o Delacroix, se anticipan siempre en muchos años a sus tímidos admiradores» (…) «Con respecto al genio, el público es un reloj que atrasa». No sabía Baudelaire, que esas palabras suyas, también hablaban de él.
Lo que también destaca el autor es que sin reflexión, no puede haber obra. Delacroix escribía, analizaba sus obras, desde los motivos hasta la composición, y cuando las acababa e invitaba a sus amigos para verlas, les hacía llegar primero un texto, en el que les explicaba, al modo en que hoy lo haría un guía en un museo, qué motivos y aspectos reunía la obra.
Al parecer, Delacroix,admiraba en otros aquello de lo que carecía, y era generoso en atribuir esos méritos a quienes los merecían.
En su personalidad un fino barniz ocultaba la enorme pasión que hizo posible obras en las que no faltaban «la desolación, matanzas e incendios en donde todo atestigua la barbarie eterna e incorregible del hombre».
Baudelaire destaca la precisión del contorno, la captación con agilidad y presteza de la idea, los colores capaces de atraer la atención sobre algún punto concreto pero sin desmerecer el conjunto. Viendo los dibujos de los cuadros que acompañan a modo de ejemplo el texto, lo que más fácilmente se capta es el movimiento que hay en las figuras, en las telas, en los seres. Nada parece estar nunca quieto.
Antes de su fallecimiento ya había en Francia 77 obras monumentales en diferentes edificios. Yo he visto en el Louvre de París sus obras. Y si alguien me preguntase qué obras recuerdo de aquel Museo, sin duda, las de Delacroix aparecen entre las primeras por su monumentalidad, impacto y fuerza dramática.
Esta pequeña joya que hoy nos ofrece Casimiro Libros, este texto del amigo del pintor que fue Baudelaire, cuenta con un diseño de cubierta de Rossella Gentile. El motivo que lo ilustra, es un detalle de la pintura «Huérfanos en el cementerio» que data de 1823 y se encuentra expuesto en el Museo del Louvre de París. La traducción corre a cargo de Pablo Palant.
Como siempre, les invito a visitar el catálogo de esta editorial en el siguiente enlace.
Palabras de la contraportada:
«Delacroix es el más evocador de todos los pintores, sus obras nos devuelven a la memoria sentimientos y pensamientos poéticos que creíamos olvidados para siempre» Charles Baudelaire
Biografías:
Eugene Delacroix (1798-1963) pintor francés.
Charles Baudelaire (1821-1867)