martes, 29 de mayo de 2012

EDITH WHARTON: «ENCANTO Y COMPAÑÍA»



Reseña: Pilar Alberdi

Esta obra cuenta con las traducciones de Laura Gimeno Pahissa, Gonzalo Gómez Montoro y Ascensión Cuesta. Y postfacio de la primera.
Lo cuentos de Edith Wharton (1862-1937) que se reúnen en este volumen y, muy especialmente algunos de ellos, reflejan la madurez de la autora en su juventud, así como la solidez de sus convicciones a través del tiempo. Parte de su encanto, tiene su raíz en el tipo de educación que recibió, a través de preceptores particulares, algo normal entre las clases privilegiadas norteamericanas de la época, lo que le permitió además dominar varios idiomas. En el tipo de familias como fue la suya, los viajes que se realizaban a Europa, se consideraban un complemento para adquirir cultura.
A partir de 1907 se radica en Europa.
Su espíritu contemplativo, podría hacernos olvidar que fue una mujer activa. Imagínenla por un instante viajando en motocicleta por la línea del frente en la Primera Guerra Mundial y escribiendo artículos que enviaba a los periódicos, o ayudando poco después a los refugiados, por cuyo mérito recibió La legión de honor de Francia, país en el que falleció y está enterrada en el cementerio de Versalles.
Fue amiga de muchos escritores de su tiempo, y una renombrada paisajista e interiorista.
Por su novela La edad de la inocencia que publicó en 1920, recibió el premio Pulitzer en 1921.
Ella nos devuelve el mundo que conoció, con su habitual elegancia y profundidad psicológica.
Probablemente, al menos para mí, el primer cuento titulado Las vistas de la señora Manstey (1881) nos recuerda que Edith Warthon vivió desde muy joven en pensiones europeas mientras viajaba, y que parte de las apreciaciones que aquí retrata pudieron ser vistas por ella misma. El personaje observa, desmenuza lo que ve, la luz no es cualquier luz, las nubes, aunque efímeras, no pasarán ante la señora Manstey que mira por la ventana, sin haber sido estudiadas previamente. Ella es viuda, su hija vive en otra ciudad... «Quizá la señora Manstey en el fondo era una artista; en cualquier caso, era sensible a los muchos cambios de color que pasan desapercibidos al ojo común; y tan querido era para ella el verdor de la primavera temprana como la negra enramada contra el cielo frío y color azufre al término de un día nevado».
Lo impresionante de este cuento es que, y sin contarles los hechos, la señora Manstey se toma lo que ocurre en la vida como algo muy especial. Acaso ¿no nos tomamos todos la vida así? Creo que no, y ahí radica la fuerza de este relato.
En este tipo de ficciones el tiempo, la forma de captarlo, es esencial... En estos cuentos se lo escucha pasar... Hay un tic-tac permanente e inaudible... Un día... Una semana... Minutos, segundos... Cada hora tiene su peso. Aportan más, incluso que el ambiente. No percibimos las prisas, que en esa época también había. Ni los ruidos causados por los carruajes o los primeros vehículos a motor en las calles. No nos hablan de eso, los cuentos... Estos relatos brillan por recrear la intimidad de los hogares, las relaciones de pareja o de grupos de amigos, la subjetividad de los pensamientos propios y la intuición de los ajenos. Por eso, miramos junto a los personajes cómo la luz del hogar recién encendida dora con su resplandor los lomos de los libros de una biblioteca... O como alguien puede pasar su humilde vida mirando por una ventana. Por ella sabremos de esos «cielos desleídos», de la «huidiza perspectiva de los jardines lejanos» o que la voz de la patrona de la pensión de enfrente era la de «una mujer que puede permitirse construir ampliaciones». ¿Se dan cuenta cuánto aporta esa acotación? Con que poquitas palabras nos ha regalado la visión del carácter de esa patrona. Y lo mismo hace cuando un personaje femenino explica a otro, que su reloj de pulsera atrasa. Dice: «(...) bueno, fue mi marido quien me lo regaló. ¿Le extraña que a veces vaya retrasado respecto de los acontecimientos?»
Muchos autores de ese momento recrearon sus vivencias en pensiones y también en casas de familia:Fosters, Mansfield, Henry James...
Creo,que a su manera, Edith Wharton debió sentir un lazo de unión muy fuerte con la pintura. Su mirada es «impresionista». Ella nos habla de la luz... de cómo la luz da a una habitación «su acostumbrado aspecto sosegado» o de como «los cielos se habían templado pasando del perla al azul» o de qué manera en un jardín un árbol que estaba en sombra queda bajo la luz del sol.
La verdad es que estos días entre lecturas sobre pintores impresionistas (los cielos blancos de Manet) y esta autora que habla de cielos perlados, me di cuenta que los cielos del Mediterráneo, a cuya orilla vivo, son muchos días blancos... Y me pregunté por qué no había reparado en ello. Por qué, incluso cuando no los miro, en mi pensamiento son azules.¡Qué increíble que artistas y escritores del pasado, me obliguen, una mañana de sábado, a mirar al cielo para verlo realmente como es!
En estos cuentos hay un reproche a ese «bienestar incoloro» con el que muchas veces aceptamos lo que la vida nos da o lo que nosotros tomamos de ella. Ese acomodo fácil... Y, muy especialmente, en aquellas clases privilegiadas... «Algunas versiones de la felicidad humana son como lagos sin salida al mar» nos dice. Cuánta verdad hay en esa frase y cuánto conformismo. Mejor un lago que un mar, mejor lo conocido que lo por conocer... Pero Edith Wharton sabe de lo que habla, de «los intereses cambiantes de la vida», de acoplarse a las circunstancias, de grupos sociales en los que se vive «en un mundo desprovisto de vivencias personales pero lleno de intensa sensación de privilegio y distinción». Pertenecer a un club, a un grupo, a una clase de personas... Y, por supuesto, en casi todos los cuentos hay referencias a la lectura e incluso a la escritura, de los que la autora no puede olvidarse. Por ejemplo, en el cuento La plenitud de la vida comenta qué libros les gustan a los personajes principales con el fin de mostrarnos la diferencia de personalidades, y al mismo tiempo se narra el deseo que todos tenemos de encontrar a nuestra alma gemela. Lo que se ha dado en llamar «matrimonios en el cielo» para denominar ese tipo de parejas que se llevan bien toda la vida, como si eso, de ningún modo, pudiese ser una realidad de este mundo. La vida, para estos personajes es como un libro grueso «que no puede leerse fácilmente a menos que dos personas lo sostengan juntas». Y, a la vez, también es imposible.
Cuando en El dedo del destino, otro de los interesantes cuentos de este libro se nos dice que a un personaje que amó a alguien «le habíamos visto sumergirse en el plomizo abrazo de su afecto, como un nadador arrastrado por la corriente de fondo» casi podemos sentir viva la imagen.
Antes dije que hay numerosas frases que nos hablan de libros, del acto de la escritura y la lectura, pero también las hay sobre cuadros y pintores. Así tenemos que «los rostros de algunas mujeres parecen libros del que nunca se llega a pasar la última página».Cita a pintores como Leonardo, Tiziano, Crivelli... También museos... Y son constantes las referencias a las lecturas de periódicos por parte de sus personajes: «echó un vistazo a los periódicos, sin prisas, con la actitud del hombre ante quien, la comedia humana es probable que se desarrolle durante muchos años». ¡Qué siglo, el que le tocó vivir! Entonces la gente leía...
El postfacio de la doctora Laura Gimeno Pahissa nos recuerda que Edith Warthon dijo de su oficio, que concebía las obras como un hombre y las escribía como una mujer, de ahí «los profundos retratos psicológicos de caracteres femeninos que ya forman parte de la literatura universal». (…) «Sea como fuere, los relatos de Warthon son auténticas pequeñas obras maestras que un siglo después de haber sido publicados continúan desprendiendo modernidad y arrancándonos más de una sonrisa cómplice».
Sin duda, la obra de Warthon, es una literatura por la que el tiempo pasa lentamente... Tanto como en sus obras. Y lo que ella dijo, seguirá vigente siempre. En lo más íntimo, nos pareceremos, seremos como los personajes de esta gran escritora y observadora del mundo y de la época que le tocó en suerte vivir.


Palabras de la contraportada:

A Edith Wharton (1862-1937) le encantaba que se dijera que en su América contemporánea había dos «self-made men»: Theodore Roosevelt y ella.
Wharton, mujer refinada, elegante y de gran cultura, decidió dedicarse a las letras desoyendo los consejos de su madre que, como tantos miembros de las clases altas de Nueva York, consideraba que la escritura no resultaba adecuada para las mujeres y que las hacía vulgares.
En estos relatos —que abarcan desde 1891 a 1935 y que son una perfecta introducción a la obra de la autora— asistimos a una elegante e irónica disección de la hipocresía de los ricos,de las renuncias personales frente a las presiones sociales, así como a una crítica a la institución del matrimonio, con una mirada compasiva hacia los sueños frustrados del ser humano. Pero la ironía de estos textos no es nunca cruel, y la complicidad que se establece con el lector invita a mirar con nuevos ojos a sus contemporáneos, que se parecen mucho a los nuestros.
Testigo excepcional de un mundo de aparente lujo y de futilidad (pero que oculta toda una «trastienda» de emociones y aspiraciones secretas), estas siete piezas narrativas de Wharton —varias de ellas inéditas en español— recrean la atmósfera de sus grandes novelas, La edad de la inocencia o La casa de la alegría.
«Más tarde supuso que aquello que le había pasado era lo que la gente llamaba enamorarse. Eso nunca se lo había permitido antes, y tampoco estaba del todo seguro de que ése fuera el término correcto para la sacudida que le causó la primera impresión de ella…

La autora:

Edith Wharton (Edith Newbold Jones, de soltera) nació en 1863 en Nueva York, en el seno de una familia de la alta burguesía. Pasó gran parte de su infancia en Europa, primero en París y luego Alemania y Florencia. Desde pequeña dio muestras de una inteligencia e imaginación excepcionales. De adolescente escribió poemas y en 1877 un cuento: «Fast and Loose». Con 23 años se casó con Edward Wharton, doce años mayor que ella, con quien no compartía ningún interés intelectual ni artístico (acabó divorciándose en 1913). En 1891 apareció su primer relato, «Mrs Manstey’s View» en el Scribner’s Magazine, donde se recogerían regularmente sus textos. En 1897 publicaría The Decoration of Houses, en colaboración con su amigo el arquitecto Ogden Codman, que tuvo un éxito inmediato. En 1902, se instala en The Mount, la casa que los Wharton habían construido en Lenox, pero pronto regresará a Europa, y en 1903 conocerá en Inglaterra a su «queridísimo maestro» Henry James, con quien mantendrá una gran amistad hasta la muerte de éste en 1916. En 1905 aparece La casa de la alegría; en 1907, se instala en París, y ya nunca abandonaría su querida Francia. Durante la Primera Guerra mundial fundó los American Hostels for Refugees, por lo que fue condecorada con la Legión de Honor. En 1920, La edad de la inocencia obtiene el Premio Pullitzer. En 1923 se convirtió en la primera mujer doctor honoris causa por la Universidad de Yale. El 11 de agosto de 1937 padeció una crisis cardíaca que le causó la muerte. Sus restos reposan en el cementerio de Versalles. Su última novela, inacabada, The Buccaners, se publicó póstumamente en 1938.

Enlace a la página de la editorial Funambulista



LOS CUADERNOS DE LA SEÑORA BELL...


Hoy, Los cuadernos de la señora Bell cumple cuatro meses presente en el top 100 de Amazon. Estoy convencida de que lo ha conseguido ella solita, con sus buenas maneras, con ese comienzo que atrapa, y la vida sencilla de un pueblo al que la sociedad parece dispuesta a olvidar al borde de una vieja carretera.
En este país se comprende poco y mal a la novela corta y también al cuento y al relato. Por suerte, en las últimas decadas varias editoriales pequeñas y medianas nos trajeron a autores europeos que cultivaban el género, y también fueron capaces de publicar cuentos de autores españoles.

Así comienza Los cuadernos de la señora Bell...

"Es verdad que en el pequeño pueblo en que vivimos, al que llegan los fines de semana unos cuantos excursionistas a hacer senderismo y alpinismo, los hay que piensan que no existo. Probablemente piensan que casi no veo, y que mi letra —a esta altura de mi vida— debe ser un galimatías ilegible. ¡Dios, me encantan estas gentes! Hacen que me sienta viva.
Mientras ellos piensan esas cosas, yo en mi preciado retiro, en mi letargo de osa, en el mayor de los secretos, escribo mis cuadernos de tapas azules donde voy contando poco a poco nuestras vidas; las suyas y la mía".



MÁLAGA A FINES DE MAYO








jueves, 24 de mayo de 2012

AMAZON Y LA FERIA DEL LIBRO DE MADRID



Por: Pilar Alberdi


Lo que para nosotros como escritores independientes es un bien, parece que para otros sectores es un mal. Ayer, saltaba en el diario La información las declaraciones de un librero, del presidente de la CEGAL y de la directora de la 71º edición de la Feria del Libro de Madrid, les dejo abajo el enlace a la noticia.Todos coincidían en que el gran enemigo de ese 30% menos de ventas que los libreros echan en falta estos últimos meses es culpa de Amazon. Lo sorprendente es que ninguno haya pensado en esta crisis económica, y que vender un 30% menos equivale a menos ventas, pero no a bajar el cierre, dramática circunstancia por la que ya han pasado otro tipo de empresas, no en vano el número de personas en paro en España es de 5.000.000.
También se les podría recordar a los libreros que firmaron acuerdos con la plataforma de Libranda, que representa a un grupo de editoriales para la venta de lectores y libros digitales, de tal modo que ellos, como libreros también pudiesen sobrevivir con ebooks a alto precio. A ese tipo de reuniones, según sé, también se invitó a pequeñas editoriales, que convencidas de cuál sería el futuro que les contaban, todavía hace un año, no incluían en sus contratos la reserva de los derechos digitales en los nuevos contratos que elaboraban. ¿Tan ciego estaba el sector? Es evidente que sí. Si de un libro el autor recibe sólo un 8 o un 10 %, comprendemos la razón. Las escritoras y escritores sobre los que se levanta esta poderosa industria son los últimos de la lista, salvo raras excepciones.
Y ahora, en plena crisis, se sorprenden de que los autores que no tengan algunas de sus obras ligadas a contratos, ya sea con editoriales o representantes, se tomen la libertad de publicar en la plataforma editorial que representa Amazon.
Pero les voy a explicar las ventajas que nos da Amazon: nos pueden comprar desde cualquier parte del mundo, decidimos el precio, podemos corregir rápidamente el contenido de la obra si algún lector nos escribe y nos señala una errata, tenemos la opción de cambiar la portada si observamos que no llama la atención, y si se diera el caso que no nos sentimos a gusto, la retiramos en cualquier momento. Cuando nos plazca. También podemos ponerla gratis. Y ¿quién la promociona? Nosotros. ¿Quién nos da las cuentas? Amazon. Podemos verlas todos los días y a fin de mes nos hace una transferencia bancaria o nos envía un cheque. ¿Suele ser así con las editorales convencionales? No.
¿Los beneficios para el lector? Autores nuevos, posibilidad de leer parte del texto antes de decidir la compra, precios accesibles, posibilidad de bajarse el ebook en formato Kindle a otros soportes como Windows, Mac, Android, iPhone, iPhad gracias a aplicaciones gratuitas que facilita Amazon. Por tanto, ni siquiera se le obliga al posible lector a comprar el lector digital, aunque a la mayoría, lo reconozco, nos gusta el modelo por su bajo costo, el tamaño, poco peso, la sencillez de los mandos, la posibilidad de incluir dentro de su biblioteca miles de libros.
Como comprenderán, cualquier autor con un mínimo de iniciativa estará encantado. Nadie le dirá qué debe o no publicar, que está de moda. Comprobará por sí mismo si su obra tiene eco o no, y siempre la podrá ofrecer desde sus blogs.
Yo he tenido varias libros en el top 100 y ahí continúan. Uno de ellos estuvo dos meses en el segundo puesto. Otros, entran y salen del top según las ventas. Pregúntenme ustedes si estoy contenta. La respuesta es sencilla: sí. Y eso no quiere decir que no tengamos competencia. La tenemos, enorme. Aparte de todos los ebooks de editoriales que figuran en Amazon, y que son miles, constantemente hay ofertas especiales: por ejemplo, para el día de la madre hubo 160 ebooks de editoriales a precios reducidos, a continuación ebooks sobre la monarquía española...
Pese a todo, yo apuesto por este futuro digital, por seguir en donde estoy, Amazon, y por aumentar la presencia de mis obras en otras plataformas que vayan surgiendo y que también quieran aceptar a los autores independientes. Y, además, tengo la suerte de que no voy sola, me siento bien acompañada por la familia, por los amigos, y por supuesto, por los lectores.


Enlace a la noticia citada:
"Amazon se perfila como el enemigo número uno de la Feria del Libro de Madrid"
http://noticias.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/literatura/amazon-se-perfila-como-el

lunes, 21 de mayo de 2012

MANET POR STÉPHANE MALLARMÉ



Reseña: Pilar Alberdi

En la presentación de esta magnífica obra publicada por Casimiro libros accedemos a textos de Mallarmé, Matisse y George Bataille. Es una pequeña joya como todas las de esta editorial.
Mallarmé nos habla del amigo al que conocía y con el que mantenía una visita casi diaria a su taller. Y lo que vamos a leer es, en principio, la defensa de Mallarmé en favor del denostado Manet, a quien las autoridades académicas responsables del Salon de peinture et sculpture «que venía celebrándose en París con regularidad casi anual desde el siglo XVIII,» rechazaron dos de las tres obras presentadas por el joven pintor. Hablamos del año 1873.
En la presentación de este libro que luce como portada la pintura En la playa de Manet, se recogen las opiniones de varias personalidades, entre ellas, la del poeta Paul Verlaine, que destaca el gran esfuerzo de Manet por llevar adelante su obra.
Se abre pues el libro con la defensa que Mallarmé (1842-1898) escribe de su amigo. El título: El jurado de pintura de 1874 y el Sr. Manet.
El poeta se pregunta por qué si se rechazaron dos de los cuadros no ocurrió lo mismo con el tercero. «Si se pretende ahorrar a los visitantes del Salón la visión de una pintura que pudiera inquietarles (como toda revelación aún por desentrañar), así como alejarles del peligro de que unas resplandecientes cualidades puedan poco a poco convencerles, hay que temer, sin duda el valor de abusar plena y absolutamente, de un poder conferido para otros fines». Y finaliza diciendo: «Ganarle unos años a Manet: ¡triste política!»
Los cuadros rechazados, cuyas fotografías aparecen en esta obra son: El baile de la Ópera y Las golondrinas. También podemos ver a la que se expuso: El ferrocarril.
Manet señala que se rechazaron dos, pero que en realidad sólo molestaba uno, y donde él valora esa mezcla chocante del negro de la vestimenta masculina con las vistosas manchas de colores de los disfraces de algunas jovencitas, lo que yo veo es un retrato de la época. Lo que nos contó Tolstoi, o Alexandre Dumas (hijo), Stendhal o tantos más. La mayoría de los hombres están acompañados de señoritas, que no necesariamente, serían sus esposas. El encuadre, además, es tajante. Dos columnas laterales que sostienen el primer piso parece que están a punto de disolverse como si no fueran macizas, sino líquidas. Igual sensación causan las lámparas que están apoyada en ellas. Entre las rejas de la balaustrada superior vemos dos piernas de mujer, que cuelgan sobre las personas que están en el piso inferior e, inmediatamente, se corta el cuadro, tal si se hubiese tomado una fotografía.
Yo comprendo que se rechazase este cuadro por decoro y bajo la excusa aparente de que no daba la talla artística. Se comprende. Pero ¿por qué se desmerece al titulado Las golondrinas? ¿Qué hay en él que moleste? Hay aire en movimiento, hay colores directos: dos mujeres, una de ellas leyendo y dos golondrinas en vuelo rasante. Hay algo que acaso no se había visto antes: libertad en la composición, figuras poco definidas pero convincentes, mujeres solas sin necesidad de acompañantes masculinos.Y luego están esas pinceladas de colores planos con los que se intenta plasmar la lejanía. ¿Tanto podía molestar? Evidentemente, no; pero relegarlo justificaba la censura del anterior.
El tercer cuadro, el que se salvó, titulado El ferrocarril es más clásico, las figuras planas. A la izquierda una mujer parece mirar a quien observa la pintura en la que ella está. Sostiene en sus manos un libro, un cachorrillo duerme entre sus manos, y sujetándolos con un brazo se alcanza a ver el mango de un parasol. A su lado, una niña, de espalda, mira más allá de una reja hacia un terreno baldío en donde creo adivinar dos raíles y un edificio. Pero este cuadro no responde a la modernidad de los otros.
Como se le niega públicamente, Manet expone sus obras en su taller. Y advierte a quienes quieran oírle que pintar supone mirar el mundo por primera vez, al menos, intentarlo, aunque la mano y la mirada y todo el ser ya tengan su oficio, es decir sus años. Para que el arte sea verdadero hay que volver a ser como un niño. Lo difícil es lograrlo.
Mallarmé destaca que la novedad de los cuadros de Manet no está en la composición, sino «en una manera absolutamente nueva de encuadrar las imágenes; una manera que confiere al marco todo el encanto de la delimitación casual. Define esa sensación como la de «aislar el lienzo para producir una emoción». El poeta destaca de Manet su facilidad para mostrar «tipologías» más que seres humanos individuales. Es, aunque no lo parezca, y las opiniones de Mallarmé me han ayudado a reflexionar sobre este tema, un pintor social, por supuesto, al «naturalismo». Todo sus esfuerzos tienen la intención de reflejar la luz, las figuras dentro del paisaje y no dentro de habitaciones interiores, aunque en este sentido los «impresionistas» democratizaron la pintura aportando como modelos a sus esposas e hijos, sus amigos, amantes, las personas encargadas de las tareas del hogar, las actividades más íntimas como el acto de bañarse, y todo esto en una época en que las mujeres consiguieron mayor libertad y menos descendencia gracias al control de la natalidad.
Nombra Mallarmé a los pintores que antecedieron o siguieron los pasos de Manet. Entre ellos dos mujeres: Eva González y Berthe Morisot, además de Sisley, Pisarro, Degas, Ronir Whistler. No me pude resistir a la urgencia de buscar la obra de estas mujeres y encontré en ambas una pintura intimista. La segunda, había contraído matrimonio con un hermano de Manet, y su modelo principal fue la hija de ambos. Estos amigos, muchas veces, exponían juntos. Y un dato interesante: en la época se los llamaba «intransigentes» porque no se avenían a pintar como se había pintado hasta entonces; y cuando la aceptación llegó,se los conoció y se los reconoce todavía como los «impresionistas» porque buscan reflejar a través de la evocación y los sentimientos la naturaleza de la vida, no copiarla.
«Vuela la paloma porque el aire le ofrece resistencia» escribió Kant. Esa es la historia de los grandes artistas. Pasan necesidades, sobreviven y, a veces, como en este caso, desaparecen sabiendo que dejaron una huella.Y varios, como Manet con la visión de su éxito.
Pero termino ya este acercamiento a las palabras de Mallarmé para comentarles que las de Matisse, que también se incluyen en este libro, analizan la obra de Manet, y destacan una de sus pinturas: La muerte del torero. Podemos ver la foto en el libro. Una obra especial, de tonos marrones, blancos y negros, tan cercana en distancia afectiva y luminosidad como las de Velázquez,a quien Manet admiraba. Por último, es Bataille, el controvertido escritor, quien nos ofrece un retrato del pintor. Y nos habla de «obras que invitan a la mirada honesta».


Les dejo aquí elenlace a la editorial Casimiro Libros.

Apunto las palabras de la contraportada que acompañan la imagen En la playa, cuadro pintado por Manet en 1873:«Este bello rostro, este verde paisaje, envejecerán, se marchitarán, pero los tendré para siempre tan verdaderos como en la naturaleza, tan bellos como en el recuerdo, perpetuamente míos; lo que preservo no es el fragmento de naturaleza, que ya existe y que será siempre superior a cualquier representación, sino el gozo de haber recreado la naturaleza pincelada a pincelada»

viernes, 18 de mayo de 2012

ISLA DE NAM


La pequeña Isla de Nam cumple 100 días en el Top 100 de Amazon. Desde aquí mi agradecimiento a los lectores.


Sinopsis:

En la floreciente Venecia de los mercaderes y los grandes viajes, dos jóvenes se prometen amor para toda la vida.
Muchos años después, cuando audaces navegantes arribaron a una remota isla, oyeron la historia de amor que aquí se cuenta y que comienza así:
―¡Escuchad, escuchad! Gentes de Nam... Ella contaba cuentos y yo era un mercader en Venecia.


Nota: los derechos de las fotos han sido adquiridos en Fotolia.

domingo, 13 de mayo de 2012

«EN UN RINCÓN DEL ALMA» DE ANTONIA CORRALES



Reseña: Pilar Alberdi


Esta obra comienza con los versos que Miguel Hernández escribió en su elegía a Ramón Sijé:

«A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata le requiero
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero».

Estas palabras nos dan el tono y el tema: la necesidad de comunicar, de recibir palabras y darlas para sellar el amor.
En esta historia una mujer de nombre Jimena Alcantará pide a otra mujer que la escuche. Se lo pide a su madre, la mujer primera, aquella que como la sociedad en que vivimos, nos hace más o menos humanos. Se lo exige.
En ese camino de palabras conoceremos la vida de Jimena, su casamiento joven, sus decepciones. ¿Todos cambiamos? Algunos más, algunos menos, pero la vida no se detiene, hay que enfrentarla cada día, le ponemos esfuerzo, lo hacemos para mantener lazos de unión que creímos seguros, para formar una familia, para ser dignos de nuestros propios proyectos. Uno se casa sin nada y acaba años después con un alto cargo de ejecutivo; una se casa sin nada, espera desarrollar su profesión y los hijos llegan y hay que cuidarlos, y hay que decidir qué es mejor para todos. Y muchas mujeres renuncian a seguir adelante profesionalmente por el bienestar de la familia. O al revés, y luego todo son preguntas. ¿Me equivoqué? ¿No me equivoqué?
Este es un libro que ha figurado y figura entre los ebooks más vendidos de los últimos meses en España. Se lo merece. Representa el sentir de muchas mujeres y aunque de ellos, se hable indirectamente, también el de muchos hombres; de las expectativas que forjamos unos y otros.
Hay un deje amargo en el fondo que se convierte en numerosas sonrisas. ¿Cómo no sonreír con párrafos como este? «Aturdida. En una casa llena de muebles estúpidos y traiccioneros, que se llenaban de polvo en cuanto los perdía de vista. Llenando la barriga del carrito del supermercado...»
Hay infinidad de lecturas tras este libro que nos hablan de una autora que ha leído mucho; hay títulos que saltan sobre los renglones como un recuerdo de un período de la vida: Así habló Zaratrusta, Cien años de soledad, El Quijote, una obra de Gunter Grass; hay canciones que hemos oído, hay deseos de independencia, de dejar atrás lo que yo no sirve, de que la vida se fije en una, de una vez y para siempre.
Hay una sencillez que engaña porque no deja ver de cuántas horas de lecturas y escritura está hecha esta obra en la que la protagonista, esa chica delgada y morena de una familia numerosa de pueblo que con las ubres de sus cuatro vacas conseguía algo así como un petróleo blanco con el que mantener a sus hijos, intentará recuperar su vida, aquella en la que creyó, cuando se casó sin nada, con aquellas ilusiones, unas cajas de libros y sin electrodomésticos. Pero la vida pasa y pasa y pasa... Y un día se encuentra viviendo en un adosado, de esos que llegaron con el boom inmobiliario, casi al mismo tiempo que los adosados de las teleseries norteamericanas que veíamos, y no sabe muy bien cuál es su papel, porque está en esa edad en que todo lo sembrado se lo lleva la primera lluvia que cae y a los hijos, a los de todas las mujeres, los atrapan los colegios, los amigos, las novias y novios, los trabajos, los estudios, la vida, en suma.
«Mujer de agua...» se llama ella, las hay y muchas, como Sheela, como Remedios...Están ahí para la vida, tanto que hasta se olvidan de sí mismas, y un día despiertan más que otro y deciden mirar a un hombre que no es su esposo con deseo o hacer un viaje para encontrarse.
Deben leer este libro. Deben conocer la historia del paraguas rojo.

Enlace de compra en Amazon.
Blog de la autora.
Blog de la novela.

sábado, 12 de mayo de 2012

SORTEO DE EJEMPLARES DE "ISLA DE NAM"


Queridos amigos, cada primer domingo de mes, incluida la primera semana de enero de 2013, sortearé tres ejemplares de Isla de Nam en papel para residentes en España. Pueden apuntarse a partir del lunes en el blog de la novela
Les recuerdo, además, que a menos de 1 euro tienenn el ebook en Amazon y que no es necesario tener un lector digital Kindle. Pueden bajar dicho formato a su PC o a otros soportes. Y, por supuesto, si les gustó Isla de Nam, no duden que les encantará Los cuadernos de la señora Bell.

jueves, 10 de mayo de 2012

LOS CUADERNOS DE LA SEÑORA BELL


Sí, queridos amigos, Los cuadernos de la señora Bell, finalista del Premio de Novela Corta Casino de Lorca, 2011, cumplió sus 100 primeros días en el Top 100 de Amazon. Estoy contenta.
Mi experiencia de estos meses en la plataforma digital me enseñó que se vende lo que los lectores quieren. De esta manera veo a Isla de Nam (finalista del Premio de Novela breve Felipe Trigo, 2010),que en su edición en papel consiguió más de 70 reseñas; a La niña que no quería nacer, esa obrita que no quiso una representante, ¿quizá se asustó porque a los niños y a los grandes se les puede hablar sinceramente?; y El pantano, una obra de misterio que escribí ya hace unos años. Cada una de ellas, a día de hoy, lleva en el Top 101, 93, 74 y 80 días.
Mientras tanto Las fotos del inglés una novela larga, a la que tengo especial cariño, que nos habla del drama de los pueblos originarios de América, ha conseguido entrar 19 días, y espero que sean muchos más, porque el tema lo merece.
Gracias a todos.


Por la foto:© wojciech nowak – Fotolia.com


martes, 8 de mayo de 2012

CASI TAN SALVAJE



Reseña Pilar Alberdi

Casi tan salvaje de Isabel González. Se abre el libro con dos escogidas frases de José Caballero Bonald y Roberto Iniesta. La primera dice: «Abro otra vez la puerta y salgo al mismo incorregible futuro del que vengo. Se dignifica en la distancia el caos; de cerca, es un maldito basurero de normas». La segunda: «Sueña con su calavera y viene un perro y se la lleva».
Cuando una termina de leer el libro se da cuenta lo bien elegidas que están esas frases.
Los relatos de Isabel González me atraparon. Los primeros tienen esa distancia con las cosas que, justamente, las torna cercanas. Era como acercarme a algún cuento de Juan Farias de los que escribió para niños, ¿para niños? Ahí tan cerca, ahí tan lejos. El milagro.
Se inicia el libro con el relato No es amor lo que se pide. ¡Qué buen título! Un relato de página y media. Habla una madre en primera persona. Mira a sus niños, mira todo lo que tiene por hacer, el trabajo al que acudir, sus ocupaciones diarias, cómo se le va la vida...Es una lucha por conformarse. Se conforma. Y es tan corto el cuento... Pero no necesita más palabras. Para decir lo imprescindible, parece gritar la autora, con pocas palabras basta. Sirvan a modo de ejemplo estas frases:
«No es amor lo que se pide. Son muchas cosas pequeñas y sin descanso. Una tras otra. No sé por qué lo llaman amor. No sé por qué no lo llaman muchas cosas pequeñas y sin descanso».
Eso es lo que tienen los relatos de Isabel, frases, algunas que lo dicen todo, y tan simples... Como dardos, van directas al blanco.
Así comienza el segundo cuento de título: El establo. «Lo esperó durante horas en un establo del año dos mil diez. Sin abrir el bolso con la ropa interior negra. Lo esperó así, sentada al borde de la cama, con las piernas juntas y el bolso sobre las rodillas. Lista para coger el autobús a una ciudad extraña». Esta escrito en tercera persona, pero cómo nos lleva directamente a los pensamientos de la mujer, casi nos parece que estamos oyendo un texto en primera persona. Eso también es magia. Es verdad que se hace con palabras, pero no cualquiera.
En Material a aportar por el alumno. Gomaespuma para prótesis y deformaciones hay una pregunta que resulta especial, y cuánta verdad contiene, si la extrapolamos, además, a otros temas. Dice: «―¿Quién es más manco? ―le pregunté―¿El que pierde una mano o el que nace sin ella?»
Y, nos conformaríamos con esa frase, pero fíjense en esta del cuarto cuento: «Y no escoger es querelo todo». Y ¿acaso no es verdad? El cuento se titula: Por el Este y en el Oeste. «Sus padres se miran. Así funcionan sus padres. Ahora lo comprende. Sus padres no son materialistas. De nada sirve pedir un vaso. Un abrigo. Una moto. Lo que funciona es tener sed, padecer frío, no llegar a una cita con la chica de los pezones rosas. Y entonces sí. La materia que satisface al espíritu».
Hay algo en estos cuentos de las escritoras norteamericanas, de Anne Potter, por ejemplo. El ambiente cáustico. Esa especie como de grandes extensiones, de familias solitarias, de inmigrantes que hacen su vida en lugares casi despoblados... Las pequeñas traiciones cotidianas, el dolor creciendo con uno para siempre en el País de Nunca Jamás.
«Los nombres son más bellos que las cosas» escribe en el cuento titulado La cuna. Si, tantas veces lo son. Pero hay que decirlo, para quedarse libre de los nombres o atados a ellos para toda la vida. Dice: «Compré todo lo necesario para amarte». Pero, a veces, no es bastante... «Te he regalado tantas veces la misma cosa... La misma pluma envuelta en Navidad y vuelta a envolver la Navidad siguiente; el mismo disco de Eric Clapton remasterizado por otra compañía; un beso igual a otro beso y, en tu sexo, siempre los mismos labios».
Y no son ni dos ni cuatro cuentos, son veintiún cuentos. La autora en uno de ellos habla de la «esclavitud de las palabras» tan sumisas, a veces; tan rebeldes siempre; pero hay algo que escapa a ellas, y es esto, lo que hay en este libro: vidas oprimidas, cotidianas, tan nuestras...
Un gran libro de relatos. Lo recomiendo especialmente.
Les dejo aquí el enlace a la editorial
Páginas de Espuma


La autora

Isabel González González (1972) creció en una gasolinera a las afueras de Ejea, un pueblo de Zaragoza, se licenció en Periodismo y desde hace más de quince años, reside en Madrid donde se gana la vida como infografista. Dibuja y escribe. Es profesora de microrrelatos y algunas de sus minificciones se han publicado en las antologías Por favor sea breve 2 (Páginas de Espuma, 2010), Relatos en cadena (2008, 2009 y 2010) y Parafilias ilustradas (2010).


Presentación

Este primer libro de Isabel González disfruta del ritmo del cuchillo y del aire en un afán por reconstruir y apuntalar primero para derribar después. Sus personajes luchan por la supervivencia en condiciones adversas, en un campo de batalla que es tanto el propio cuerpo como el paisaje que lo rodea. Alma y fuerzas elementales se dan cita en cada palabra. En sus cuentos no es amor lo que se pide pero se compra todo por amor. El lector desprovisto de presuposiciones no descansará. Isabel González, tampoco, casi tan salvaje y toda una colisión.

“Si algo nuevo se puede encontrar en la literatura actual es la voz de estas mujeres jóvenes que retuercen los viejos temas hasta iluminarlos con un fulgor nuevo. Escritura potente, descarada, nacida de una fuerza elemental donde cerebro y pasión se trenzan. Poética y genital. Si algo nuevo había que decir son estos cuentos, si algo esperábamos los lectores es el deslumbramiento que produce una generación a la que pertenece Isabel González”, Clara Obligado
“Las frases cortas de Isabel, sus imágenes, tienen algo de dentellada por sorpresa, de clavo que atraviesa la carne y nos recuerda, a cada golpe, lo que significa estar vivos. Cuidado, lector, si entras en estos cuentos, porque saldrás temblando”, Patricia Esteban Erlés
“Admiro a Isabel González por su capacidad de hacer alta literatura con las mínimas torpezas cotidianas. Su escritura inesperada, original, nos demuestra que la imaginación está aquí, en este mundo, acechándonos. Me siento muy honrada de darle la bienvenida a su primer libro”, Ana María Shua

Ficha técnica

Casi tan salvaje de Isabel González
152 páginas Voces/ Literatura • 168
ISBN: 978-84-8393-095-3 24 x 15 cm 13,46 / 14 €

lunes, 7 de mayo de 2012

"Escuchar el silencio" se representará en Avilés


XVIII Jornadas de teatro escolar de Avilés "El miércoles 9 de mayo es el turno del grupo de teatro del IES Menéndez Pidal que interpretará cuatro piezas cortas , "13 y martes" de Jean-Pierre Martínez , "Atraco con el corazón" de Carmen Pombero , "Escuchar el silencio" de Pilar Alberdi , y "La Casa de Bernarda Alba" de Federico García Lorca". (Tomado de "Avilés, 7 días)

Siempre me hace ilusión conocer este tipo de noticias. En la foto inferior vemos la representación que los alumnos de teatro del IES Néstor Almendros de Tomares, Sevilla, hicieron de la misma obra. La adaptación fue de Eva Llover.

martes, 1 de mayo de 2012

«DE CERVANTES A LA "GENERACIÓN KINDLE»


Por: Pilar Alberdi

23 de abril. Día del libro. Pienso en esos tres escritores, el Inca Garcilaso, Shakespeare y Cervantes que fallecieron casi el mismo día y el mismo año. Pienso en Cervantes, especialmente. En su época no había un «Día del libro». Pienso en las ciudades que hoy festejan su nombre; en las necesidades que en ellas pasó, y acaso no fueron atendidas en su época... También pienso en las personas que mañana leerán emocionadas sus palabras. Mañana y en los próximos siglos.
Tengo en mis manos una antigua edición de sus Novelas ejemplares fechada en 1716. Comienza con unos sonetos laudatorios al autor del Marqués de Alcañices; de Fernando Bermudez, camarero del Duque de Sesa; de don Fernando de Lodeña y uno más de Juan de Solis Mexia a los lectores a quienes da a entender que en esta obra, pero con distinto traje disfrazada va la filosofía, razón por la que nadie de ella podrá burlarse. Luego es Miguel de Cervantes quien dedica el libro a «don Pedro Fernández de Castro, Conde de Lemos, de Andrade y de Villalba, etc.» y firma la carta con su nombre, anteponiendo la frase «Criado de vuestra excelencia». ¿Cuál era el objeto de estas dedicatorias? Sentir la protección de alguien más poderoso. Dice Cervantes: «En dos errores casi de ordinario caen los que dedican sus obras a algún Príncipe. El primero es que en la carta que llaman dedicatoria, que ha de ser breve y sucinta, muy de propósito y espacio, ya llevados de la verdad o la lisonja, se dilatan en ella en traerle a la memoria no sólo las hazañas de sus padres y abuelos, sino las de todos sus parientes, amigos, y binhechores. Es el segundo decirles que las ponen debajo de su protección y amparo; porque las lenguas maldicientes y murmuradoras no se atrevan a morderlas y lacerarlas». Y así continúa la dedicatoria que firma con fecha 13 de julio de 1613. He sonreído al leerlo. ¿Es que el escritor no ha de poder ir solo por la vida? No ha de ejercer su derecho a decir lo que quiere, cuando quiere y como quiere.
Como bien saben ustedes, don Miguel no tuvo una vida fácil, quedó manco de la mano izquierda en la batalla de Lepanto; solicitó destino hacia América que no le fue concedido; acusado de estafa escribió en la prisión su obra más famosa: El Quijote, y, al final tuvo que matarlo para que no volviese nadie a utilizar tan gran personaje sin su consentimiento. A otros autores no les han faltado problemas: han fallecido en guerras, han sido condenados a muerte o a trabajos forzados, pero ninguno pudo abandonar su destino, ya fuera que dudase o no del resultado de su obra.
Los libros no sólo son objetos en una biblioteca, son vida. Y como tal siempre han sido obligados a pasar algún tipo de censura. Resulta molesto hasta pensarlo. Ya fuera el de la inquisición, las dictaduras, o las de quien con cualquier excusa se crea con derecho a decidir qué se publica y qué se lee.
Parece que ser escritor, ni para Cervantes ni para otros, nunca fue tarea fácil y que hay que ser muy perseverante para conseguirlo y para ser tratado como tal. Él como nosotros, conoció la era Gutemberg. Sin embargo, las nuevas tecnologías a las que mirábamos asombrados cuando llegó el tiempo de los ordenadores y de Internet abren nuevas puertas a los escritores.
De vender en librerías y de tener editores hemos pasado a plataformas de edición donde vendemos obras en formato digital. Estamos, por fin, en un momento en que el autor, puede publicar su obra sin dejarse llevar de modas, ni de intermediarios que decidan por él. Pero ¿lo hace, se atreve? Resulta que aquello que creíamos imposible, es posible. Yo misma estoy vendiendo obras que no me atrevería a considerar comerciales. Sorprendido habría quedado don Miguel si hubiera podido vivir lo que estamos viviendo. Pero no del todo, porque eso que hasta hoy se había mirado con desprecio como es el editar lo que uno desea y no lo que otros quieren, era su pan cotidiano, aunque para tal fin, fuera menester pagar una edición y ponerse bajo el ala de alguien más poderoso. Y del mismo modo publicaban los de la Generación del 27; y cuando un libro no cubría los gastos que había ocasionado, se malvendían los ejemplares que quedaban con el fin de poder editar otro. Y anécdotas de escritores de la época no faltan, explicando que la solución pasaba por ir a las librerías de viejo y vender los restos. Y del mismo modo se ha editado hasta hoy la poesía y los cuentos. No son pocas las editoriales que tienen escrito en sus páginas web que no reciben poesía, teatro o cuentos. O, lo que es aún peor, que no aceptan originales no solicitados. Y entonces... ¿Qué es la cultura? ¿Aquello que se vende? ¿El éxito? Cuando paso por las librerías y veo esas bandas de papel de vistosos colores que cruzan los libros diciendo por una autora o autor que es... «Una mezcla de tal y tal otra autora o autor..» O «Una mezcla de tal y tal otros libros» Siento pena, mucha pena.
Por eso quiero, en este día de los trabajadores, ¿habrá personas que trabajen más que los escritores que aprovechan cada minuto de sus días, que roban horas al sueño, que se quedan sin fines de semana, que acaso conocen el fracaso durante toda su vida, rendir este espacio a esta nueva modalidad de editar que nos ha llegado a través de la mano de Amazon, así como a quienes se van sumando a la llamada, hoy por hoy, Generación Kindle, y que conste que a mí no me gustan «las marcas», esas que si no se llevan encima y a la vista parece que uno no existe. Por eso me atrevo a traer aquí las sabias palabras de Tolstoi, cuando dijo «A ojos del infinito, todo orgullo no es más que polvo y ceniza».
Y yo creo que eso es lo que debemos tener siempre presente: el tiempo como gran antologador... Y la frase no es mía. Cervantes, ese hombre que no conoció el significado de la palabra bestseller, lo sabía muy bien. En una época en la que no existía la fotografía y en la que los rostros eran fijados para la posteridad gracias a los pintores, él se atrevió a hacer el suyo con unas pocas palabras en la introducción de sus fantásticas Novelas ejemplares. Y lo que vemos no es un escritor famoso, sino un hombre, un anciano para la época, que nos dice:
«este que veis aquí de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos, y de nariz corva aunque bien proporcionada, las barbas de plata que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes no crecidos, porque no tiene sino seis y esos mal acondicionados, y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros, el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño, la color viva antes blanca que morena, algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies: este digo, que es el rostro del autor de la Galatea y de D. Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje al Parnaso a imitación del de César, Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas, y quiza sin el nombre de su dueño: llámase comunmente Miguel de Cervantes Saavedra».
Que escritores con su talento nos sirvan siempre de ejemplo.