martes, 20 de noviembre de 2012

EL VINO DE LA SOLEDAD de Irène Némirovsky



Por: Pilar Alberdi

Dicen que esta es una de las obras más biográficas de la autora de Suit Francesa, El baile, Nieve en otoño... Y sí, claramente podemos ver aquí repetido el enfrentamiento de actitudes entre una madre y una hija, entre un mundo que se debe abandonar, el de Rusia ,y uno nuevo al que hay que enfrentarse, Francia, pero al que se llevará una convivencia familiar poco convencional, en algunos aspectos, aunque como se dice en la obra, propia de esa clase social alta en la que la palabra «millones» cobraba una importancia crucial, aunque más propia de una mesa de juego de un casino que de una actitud conservadora. La vida es una ruleta en una historia en la que las pasiones de la madre y la perdida de su juventud marcarán la vida familiar.
Esa mujer tan terrible, es a la vez: «una mujer menuda, fea, vivaz y graciosa como un pájaro». Y ese simple contraste entre las palabras «fea»,«vivaz» y «graciosa» logran maravillas en la imaginación del lector.
Hay en esta obra poesía y una sutil elegancia, porque hasta a lo más grave y oscuro, Irène Némirovsky, sabe darle la distancia adecuada. Es admirable su capacidad para acercarnos a través de las actitudes al mundo interior de los personajes, así como su retrato de los paisajes y del tiempo. Si Chéjov levantase la cabeza, sin duda, diría «Esa es mi discípula». «Fuera llovía a cantaros. Las persianas de la habitación de al lado seguían subidas, y se veía el viento persiguiendo rápidos y relucientes haces de agua por el empedrado».
Simplicidad, simplicidad, simplicidad... Parece decir el rasgueo de la pluma de la estilográfica o el lápiz conque se escribieron las páginas del manuscrito original.
¿Qué niña o niño no miró hacia los pechos maternos con curiosidad? Pero quién podría, sino Irène, describirlos de este modo: «los pechos sostenidos por dos copas de satén, como frutas en un cestillo». Aquella tela tan parecida a la seda, el aroma de la madre... La mirada siempre baja y oscura de la figura materna, que quería seguir siendo joven; la del amante, indiferente; y la del padre distante, y sólo cálido por momentos.
Tiempos de la Primera Guerra Mundial: «La vida era cambiante, inestable, poco segura»... Y, aún así, quizá no tan terrible como luego fue para la propia autora, de origen judío, la época de la Segunda Guerra Mundial.
En Rusia es el otoño de 1914 y la protagonista de la obra se pregunta, cuando la familia ya tenía puesta la mirada en Francia... «¿Quién oía las pisadas de los soldados en la calle al amanecer, ese monótono ruido de rebaño camino del matadero?». ¿Quién de aquellos ricos, claro está, que cosían los bonos del Estado a los forros de sus abrigos y que, indolentes, al mismo tiempo que dudaban del éxito de la revolución, deseaban seguir especulando hasta el último momento con cualquier objeto o producto que se pudiera comprar.
«Silencios taciturnos», «simulacros de vida familiar», la pasión de los adultos para vencer el paso del tiempo, la mirada triste de los niños que no fueron amados. Esta es a grandes rasgos la historia que se esconde en las páginas de El vino de la soledad de Irène Nèmirovsky.


La editorial: Salamandra.
En la foto Irène Némirovsky.

lunes, 19 de noviembre de 2012

sábado, 10 de noviembre de 2012

LA ESPAÑA EN QUE VIVIMOS


Por: Pilar Alberdi

Los primeros en preocuparse por los desahuciados fueron los ciudadanos; los segundos, los jueces, que han tenido que vivir en persona y acompañados de varios policías cada uno de esos dramas; parece que tras varios años y, desgraciadamente, varios suicidios de los afectados, llega el turno a los políticos de mostrar la sensibilidad que hasta ahora les ha faltado. Y no hablamos de semanas o meses, sino de una falta de sensibilidad de años. Y lo digo en especial por los dos grandes partidos políticos, PSOE y PP, ambos con enormes responsabilidades en la situación que estamos viviendo o deberíamos decir mejor... padeciendo.
A veces, el Estado se permite derechos que no ofrece a los ciudadanos, por ejemplo, los ayuntamientos podían retrasar sus pagos perjudicando a los empresarios, pero estos no podían dejar de pagar sus impuestos por las facturaciones habidas, sin ni siquiera saber cuándo cobrarían lo que se les adeudaba.
Un Estado que actúa de este modo no es bueno para los ciudadanos: es inseguro, poderoso, no atiende a razones, y las personas que trabajan en él, muchas veces, parecen comportarse del mismo modo.
Hace treinta años en este país se podía vivir con un sueldo; luego fueron necesarios dos; me pregunto qué pasará los próximos años.
Normalmente no suelo hablar de política en este blog, dejo ver sí mi pensamiento en las redes sociales. Y es que hablar de política es fácil y, además, todos conocemos lo que ocurre aunque no podamos, individualmente, ponerle remedio.
Creo que uno de los peores males es el de que los sindicatos estén claramente relacionados con partidos políticos.
Estos últimos meses han sido crispantes. La pretensión de querer confundir a quienes reclaman derechos pacíficamente con alborotadores, los métodos utilizados por la policía en las últimas manifestaciones, temas que se han querido tocar como el del matrimonio homosexual o el de la censura, con ese intento de que no puedan ser fotografiadas las fuerzas de seguridad cuando están actuando, nos recuerdan modelos autoritarios que no aceptamos y que parecen tener la pretensión última de considerar al ciudadano un niño pequeño a merced de unos adultos que pueden no estar en su mejor juicio.
Siento admiración por los ciudadanos de esta España que ha sabido moverse pese a que no lo hicieran los sindicatos que debían ser en primer término quienes defendiesen a los trabajadores de medidas que están empobreciendo a los trabajadores y destruyendo la industria desde hace tiempo. La cifra de casi 6.000.000 de parados es tan alarmante que da la sensación que estamos en una posguerra, pero la pregunta es ¿qué guerra hemos vivido? ¿La del poder financiero internacional? O es... ¿la de la incompetencia política? Yo creo que es esta última, que es esa clase de derechos que algunos se arrogan, que hasta se permiten gobernar con un programa, que no fue el que presentaron a sus electores y al resto de los ciudadanos. Que es esa manifiesta falta de pactos para salir de la situación que nos afecta.
Una crisis económica, y mal que les pese a muchos ya lo dijo Hegel hace mucho tiempo y nos lo recuerda esa especial mujer que fue Hannah Arendt en su libro Sobre la violencia, esa mujer que dedicó gran parte de su vida a analizar los totalitarismos y el nazismo, una crisis económica es como digo en el fondo, una crisis política, una crisis de gestión, y me parece que sobran ejemplos.
Pero lo que más lamento es la falta de sensibilidad, la distancia enorme entre el ciudadano y el político, y la falta, sin duda , de un liderazgo que sepa representar los intereses de los españoles.
Los agoreros del fin del mundo citaban al año 2012 como una fecha fatídica. España ha tenido ya su parte del fin de su mundo conocido y no empezó ahora, sino hace ya varios años: el de la pérdida del Bienestar Social. Ahora pagaremos por servicios por los que antes no pagábamos, porque el Estado podía asumir esos costes que sosteníamos entre todos; lo que hay ahora es miles de familias desahuciadas, organismos que antes recibían ayudas que ya no los reciben aún siendo tan fundamentales para el bienestar de muchos, mientras las casas y pisos de los primeros vuelven a bancos que no pueden vender esas propiedades, lo que hace más incongruente la situación de las familias que han perdido sus hogares y los dramas que ellos viven, ya que si hubiera trabajo no habrían dejado de pagar, mientras, por otra parte, se sube el IVA, se ayuda con dinero público a Cajas de Ahorro en las que ha intervenido la política, se cierra el crédito, los pequeños y medianos empresarios se ven obligados al despido de trabajadores o al cierre de sus empresas; las grandes empresas a implantar ajustes que afectan, cómo no, a miles de trabajadores, y todo con el fin de rebajar el déficit que vuelve a aumentar por el aumento del paro y la falta de consumo y luego están toda esa serie de velos oscurantistas, de declaraciones que chocan entre sí, de juicios de valor y de mentiras que van saliendo a la luz, y que hacen de esta España un barco a la deriva, en donde día a día los jóvenes más preparados e incluso los que lo están menos, pero saben que aquí ya no tienen ningún opción, se atreven a salir fuera para tener un futuro. Y, a veces, incongruencia aún mayor, esa frontera que los salva está unos pasos más allá, precisamente en Alemania, por ejemplo, en esa Europa que se supone es también la nuestra.


lunes, 5 de noviembre de 2012

«LIBERACIÓN» DE SÁNDOR MÁRAI



Por: Pilar Alberdi

Liberación de Sándor Márai ( Ed. Salamandra , 2012) fue escrito en 1945 y publicado por primera vez en el año 2000. Es un texto enormemente contenido, pero bajo su superficie las emociones fluyen y nos tocan.
Asistimos al asedio de Budapest por los rusos. Defienden la ciudad los alemanes y los integrantes de la organización Cruz Flechada, una especie de gestapo local.
A través de estas páginas se nos comenta lo que fue la vida en Budapest antes de la guerra. Con un narrador omniescente y en tercera persona, conoceremos la vida de la joven Erzsébet Sós y también la de sus vecinos y conciudadanos. Hubo una Budapest habitable. Luego llegó la guerra. En realidad, la protagonista no debería estar en la ciudad. Tenía orden de marcharse con los estudiantes evacuados, pero hubo una razón, su padre, perseguido y oculto en la ciudad. Un hombre cuyo nombre y apellido y la trayectoria que le avalaba suponía su persecución.
Entonces, después de la tragedia constante, llega el momento de la liberación. Y observamos con estupor los días y los instantes previos al asedio. Hay preocupación, pero también esperan el final, el cierre histórico de cuanto ha sucedido, la salvación sin saber cuál será. Ha habido tanta muerte, tanto cuerpo abandonado o enterrado en cualquier parte, tanta desvastación y pillaje... Hay quien intenta reorganizar sus ideas: primero llegaron los nazis; ahora los bolcheviques... Se espera esa liberación que no se sabe qué consecuencias tendrá para cada uno y para la sociedad en general. Minuto a minuto cada estallido de una bala de cañón torna eternas las horas. Quien era burgués intenta acercarse a los obreros; del mismo modo que quien en un principio ayudó a algún judío luego se distanció.
A mí el sentido último de esta novela, las emociones que me ha despertado, me ha recordado a las que viví la primera vez que leí los siguientes libros: Esperando a los bárbaros de Cavafis (1863-1933), y dentro de este el poema que lleva el nombre que da título al libro; El desierto de los tártaros de Dino Buzzati (1906-1972) o Esperando a Godot de Samuel Beckett (1998-1973). Obra que también he visto en teatro. En todo momento está claro que estamos leyendo literatura, pero es una literatura que nos deja una vivencia honda y persistente y que a nivel de estructura literaria se basa en la demora de la narración de los hechos y de lo que va a acontecer a continuación creando en el lector expectación y ansiedad.
La humanidad de Sándor Márai, en este caso, nos recuerda lo mejor y lo peor de lo que somos capaces los seres humanos, y más en tiempos de crisis como es una guerra. Al final llegan las venganzas igual que las había al principio.
«Llamaban a las puertas en plena noche, guiados por las denuncias, en cuestión de denuncias, en aquellos tiempos no había escasez.»
Quiero volver a leer esta obra, pero cuando pase más tiempo, es una de esas que ocupa ya uno de los estantes de libros favoritos de mi biblioteca. Una de esas en las que la ciudad, Budapest, se convierte en personaje dentro de un drama en el que la vida vale poco y nada.
Sándor Márai perdió cuanto tenía en esa guerra, de algún modo Liberación es un reflejo de lo que vivió, su obra fue prohibida y él y su familia emigraron a USA en donde acabó quitándose la vida en 1989.
Entre sus libros de memorias: Confesiones de un burgués, ¡Tierra, tierra!,Diarios.


Quizás y dada su reciente publicación, estaría bien acompañar la lectura de este libro con otro publicado por Galaxia Gutemberg: El continente salvaje de Keith Lowe. En este ensayo se ofrecen datos importantes de lo que fue el día después de la Segunda Guerra Mundial... No el que generalmente vemos en las películas, no, el real y el que afectó a todo el continente. En el siguiente enlace pueden leer una muestra gratuita de 30 páginas que ofrece la editorial.
Continente salvaje de Keith Lowe

domingo, 4 de noviembre de 2012