viernes, 31 de mayo de 2013
UN PASEO POR LAS NUBES
“Un paseo por las nubes” Pilar Alberdi
Foto: Antonio Lafuente
Artículo publicado en Astrolabium -Revista de cultura-
(Un fragmento)
«Es verdad que las podemos llamar por los nombres que les han dado: cúmulos, estratos, cirros, nimbos, y por sus familias y variedades. Pero, ¿qué son básicamente? Cristales de nieve o gotas de agua microscópicas suspendidas en la atmósfera. Incluso se las denomina: hidrometeoros.
Con la intención de aprender más, una descubre en una enciclopedia que las nubes de otros planetas están formadas por elementos distintos, por ejemplo, agua y dióxido de carbono en Marte, metano en Titán o amoníaco en Jupiter y Venus. Pero a ningún niño ni poeta le interesa eso. Y menos aún a los adolescentes... («Adolescente fui en días idénticos a nubes», Luis Cernuda).
Cuando Federico García Lorca escribe en su poema Danza de la muerte «Un cielo mondado y puro, idéntico a sí mismo» sabemos que ese cielo está azul, sin una sola nube. Sin embargo, el mismo pero diferente aparece en el poema Noviembre, allí sus palabras indican: «El cielo estaba marchito./ Oh tarde cautiva por las nubes».
«Si me vuelvo loco, que no me encierren/ que me permitan soñar como las nubes» suplica Vicente Aleixandre, y Pedro Salinas canta: «Para vivir no quiero/ islas, palacios, torres./ ¡Qué alegría más alta vivir en los pronombres!» Y nosotros identificamos, enseguida, esa alegría alta de los pronombres, de los tú, ella, él, con las nubes. ¿Con quién sino?»
(Puedes leer el artículo completo en la revista Astrolabium)
lunes, 27 de mayo de 2013
RICHARD WAGNER -ARTE Y REVOLUCIÓN—
Reseña:Pilar Alberdi
El presente libro se compone de tres artículos escritos por Richard Wagner (1813-1883) a mediados del siglo XIX: La revolución, Arte y Revolución y El principio del comunismo (Apuntes sobre el arte del futuro).
Lo primero que sorprende, al menos así ha sido para mí, es la fuerza y nobleza de estos textos en dónde el autor, no sólo se pregunta qué es el arte antes de una revolución o en su seno, y de qué modo afecta a los artistas. Sus ideas, por su pureza, le ganaron la amistad de Nietzche, aunque luego se distanciaran porque, aparentemente, en teoría es más fácil definir qué se espera del arte, que conseguirlo, y aún más cuando hay imperativos comerciales. Wagner quería un arte que hiciera pensar frente a uno que entretenga y distraiga. El ideal de la pureza persigue al buen artista, muchos años después, el también alemán, Bertolt Brecht, se afanaba, por una parte en presentar una obra dramática y por otra, en recordarle al público constantemente, que estaba viendo teatro. No quería que la gente se compadeciera, que acompañara a los personajes, anhelaba que reflexionasen. Que llevasen, que trasladasen esa historia que estaban viendo a su vida, que la emoción y la piedad durasen más que una hora.
Cuando Wagner dice «Europa nos parece un gigantesco volcán, de cuyo interior emana un pavoroso rugido, un crescendo permanente» nos obliga a pensar en nuestra época, en este tiempo, en la desazón que la idealizada «Europa del bienestar» tiene para los países del Sur y, ahora también, de algunos de los del Norte. Habla, en su época, 1849, de la Revolución que se avecina como la liberadora de las divisiones y hace suyo, como artista, el deseo: «Quiero destruir la locura que hace al hombre vasallo de su propia obra, la propiedad» (…) «Quiero destruir el existente orden de las cosas, un orden que divide a la humanidad, pues lo único que hace con todos ellos es convertirlos en desgraciados. Quiero destruir el orden que convierte a millones en esclavos de unos pocos».
Él quiere, él desea, él pide, se exige a sí mismo, sentirse parte de eso que ha de venir, y analiza: «La hipocresía es, sin lugar a dudas, el rasgo más sobresaliente, la verdadera fisonomía de todos los siglos de cristianismo» (…) «el arte, en lugar de emanciparse de sus amos, ya fueran los educados príncipes o la espiritual iglesia, optó por venderse en cuerpo y alma a un amo peor: la Industria».
Sentimos que se rasga las vestiduras Wagner, cuando dice sobre el proceder de muchos artistas: «Su verdadera esencia es la industria, su propósito moral, la acumulación de riquezas, su propósito estético, entretener al ocioso». Créanme que una emoción contenida surge de esas últimas palabras y más si pensamos cuán pocas veces, menos de las que serían necesarias, el arte es político. No voy a citar nombres, pero, por favor, piensen ustedes, qué es lo que se ha vendido estos últimos años en España, en Europa. Se imponen modas, gustos estéticos, más de lo mismo, porque eso es lo que vende.
En un tiempo en que no existía la televisión ni la radio, Wagner sabe dónde está el arte de las clases pudientes, pero también, a la que acceden gentes con menores recursos, en el teatro. Y lamenta lo que ve cuando acude a las salas: entretenimiento, distracción. Él, quiere otra cosa. «Pero, ¿qué fama cabe ganarse con el arte de nuestros días? La fama que otorga esa opinión pública a la que va destinado el arte y a la que el ambicioso no podrá seducir sin someterse a sus triviales exigencias». Está claro que si trasladamos esto a la literatura y a otras artes apreciaremos más de lo mismo.
El teatro le parece un «establecimiento industrial» más, lo que hace imposible compararlo con el arte griego, con el apogeo de la tragedia, con ese pueblo reunido en el anfiteatro, para ver, para conocer sus propias tragedias. Explica: «Por su educación, el griego era, ya desde su temprana juventud, un individuo despierto y capaz de disfrutar del arte; nuestra miserable educación, destinada a alimentar a la industria, nos enseña a disfrutar con superficialidad y arrogancia». Sólo esas tres palabras «nuestra miserable educación», ya darían para un largo artículo.
¡Grande, Wagner! Y tiene un sueño, el de que las personas se liberen del trabajo que las hace esclavas, para dejar esa esclavitud a las máquinas. Tendría que venir a vernos... Y tiene otro sueño, el de que desmitificar la «razón», aquella de la que se apropian algunos individuos y los estados, para que deje de ser una narrativa de conveniencias impuestas, una «fantasía» para el beneficio de quienes detentan el poder, y en cambio, se atienda a las necesidades del pueblo. «El heleno nos muestra lo hermoso que el ser humano puede ser, pero también nos muestra lo depravado que puede ser». Y esto es lo que hay que mostrar, el mal ,porque en la medida que lo conocemos nos podemos defender mejor. Es absurdo enseñar a nuestros niños que no se debe mentir, cuando luego, les tenemos que decir, que no se puede decir todo o, peor aún, que la mentira abunda por doquier.
¿Consiguió Wagner lo que quería con su música? Sin duda, lo intentó.
Estos libros de Casimiro, nos traen la mejor literatura, pero sobre todo, nos devuelven a la actualidad. He ahí la paradoja o no.
Palabras de la contraportada:
«Sólo la Revolución puede devolvernos la obra de arte total. La tarea que nos espera es enorme»
Editorial Casimiro Libros
¿Quieres saber más sobre la biografía de Wagner? Sigue este enlace
jueves, 23 de mayo de 2013
UNIDOS PARA CAMBIAR EL MUNDO
"Gracias a la colaboración de más de 3 millones de personas, las ONG que formamos SOMOS estamos dando la vuelta a las situaciones más injustas. Pero todavía quedan muchos problemas por solucionar. Por eso, el próximo 24 de mayo, Día Somos, queremos dar las gracias a nuestros colaboradores y contagiar la solidaridad a toda la sociedad. Porque cuantos más seamos, más podemos hacer para cambiar el mundo".
7,5 millones de personas colaboraron económicamente con las ONG españolas en 2012.
Visita la página de la campaña aquí
24 de mayo. #Díasomos JUNTOS DEMOSTRAREMOS QUE ES POSIBLE CAMBIAR EL MUNDO
TRES POEMAS DE PILAR ALBERDI
INSIGNE POETA
Se ofreció como lector oficial
de libros abandonados.
De uno solo, o de todos
los posibles libros.
Ni el más exquisito
de los políticos
aceptó su nombramiento.
El hombre se llama
Emilio A. Westphalem
y es poeta.
Evidentemente, es bueno:
cree en los milagros,
en el pan de cada día;
en esas cosas...
ACUSE DE RECIBO
Recibí su interpretación del poema.
Usted me habla de un río, una luna, unos pinos.
Yo lo único que hice fue
dejar un papel en blanco sobre la orilla.
LA CONSTRUCCIÓN DE LA MURALLA
Hacia el atardecer
de la última piedra colocada
se posó una mariposa.
Fue un instante.
Después de ella,
milenios.
Nota: como dije en alguna ocasión anterior, iré subiendo poemas que escribí hace años. Estos tres y varios más, integraron una plaquette de poesía que editó el poeta costarricense José A. Porras en 1993.
sábado, 18 de mayo de 2013
28M DÍA DE LOS PERROS SIN RAZA
Propuesta del diario 20m.El próximo 28 M servirá para recordar a los perros sin raza. No voy a detallar las aberraciones que padecen porque son conocidas. También voy a decir que nuestra sensibilidad sobre los animales, está influenciada por nuestra cultura. Parece que la vida de los perros de raza debería ser mejor. Si pensamos en las perras que paren cachorros para vender un año y otro también, no lo veríamos de ese modo. Y no siempre los cachorros tienen la mejor de las suertes.
Se los ha enviado al espacio sabiendo que nunca regresarían, se los ha utilizado en experimentos de todo tipo que afectan gravemente a su salud, se los abandona, asesina, tortura.
Los perros de Pavlov es una obra de teatro breve que escribí hace años. Especial como para ser representada por estudiantes de secundaria. Porque es ahí, en los colegios y en los institutos, en donde hay que sembrar la semilla del respeto a los animales.
Si somos parte de esta vida, también lo somos de buscar soluciones a los problemas que nos encontramos en ella. Lo que tú hagas, lo que pueda hacer yo, las ayudas a las protectoras de animales, todo vale.
LOS PERROS DE PAVLOV
Obra de teatro breve
Pilar Alberdi©
PERSONAJES
DIMITRI, ayudante de Iván Pavlov.
IGOR, pariente de Dimitri.
PERIODISTA.
PERRO 1, joven y fuerte. Es un cachorro.
PERRO 2, joven y con cierta experiencia.
PERRO 3, de mediana edad.
PERRO 4, viejo y achacoso. Renguea.
Lugar dónde ocurren los hechos: Laboratorio científico de Pavlov (Rusia). Siglo XX. El laboratorio lleva el nombre de «Torre del Silencio».
I
A telón levantado. Penumbra. Una puerta al fondo y al centro. Estará cerra¬da. Al frente cuatro pedestales, dos a cada lado, en perspectiva hacia la puerta. Llevarán incorporadas rejas abatibles, disimuladas dentro de los frontales, que se puedan bajar y subir, u otro tipo de sistema similar que cumpla las mismas funciones. Por detrás de los pedestales: unos pocos escalones para que los perros puedan ascender.
Cuando lleguen, los PERROS 1 y 2 (contando por la izq. del público) ocuparán los primeros pedestales. Los segundos, serán ocupados por los PERROS 3 y 4.
Se oyen pasos y ladridos. Se abre la puerta. Aparece DIMITRI con los perros, al mismo tiempo que se hace la luz. El hombre viste una bata blanca y sucia sobre la ropa. Sujeta las cadenas de los perros, mientras éstos, jadeantes, tiran de sus collares hacia el interior. Suelta las cadenas y los perros se quedan olisqueando por el escenario donde habrá elementos propios de un laboratorio científico como el de Pavlov. Por un momento pueden quedar arrastrando las cadenas hasta que DIMITRI se las quite.
Al darse la vuelta para cerrar la puerta, vemos que a su espalda y sobre su bata blanca trae colgando una bolsa ensangrentada. Tiene la bata chorreada y los perros lo olisquean.
DIMITRI (A los perros...)
¡Buenos chicos! (Va hacia el centro del escenario. Los animales le lamen las manos y saltan sobre él.) ¡Qué agradecidos sois! Una salida de nada, un paseo... y soy vuestro mejor amigo. ¿A que sí?
No me lo agradezcáis a mí; no. Agradecedlo... a una fecha ¡histórica! (Saca del bolsillo de la bata un periódico. Se ajusta con cuidado unas gafas. Abre el periódico. Lee.) ¡Sois famosos! Escuchad. Dice el periódico...: «Hoy 12 de diciembre de 1904, Pavlov recibe el Premio Nobel por sus estudios sobre la fisiología de la secreción gástrica». ¡Alegraos perritos! Éste, también es vuestro día; otros perros han pasado por aquí... y no han vivido lo suficiente para conocer este momento.
Pavlov muestra mucho interés en vosotros por ser, el perro, ese animal que siempre acompaña al hombre en las más curiosas manifestaciones: perro de caza, de compañía, de guardia, héroe de guerra, de salvamento...
El otro día, sin ir más lejos, vino de visita Mr. Sherring, vosotros le habréis visto, y ¿sabéis qué comentó después de ver los experimentos de Pavlov? Dijo: «¡Por fin comprendo la psicología de los mártires!» ¡Será capullo! Cuatro perros casi muertos en vida... y él, ¡comprendía el sacrificio de Pavlov en aras de la ciencia!
Pavlov, después de tantos años de estudio, dice que los rusos son esclavos por costumbre. «Reflejo de esclavitud» llama él, a las constantes frustraciones sufridas por el pueblo, pues si cada vez que deseas algo te lo niegan, para qué te vas a esforzar... En fin... te condicionan. Desde luego, para llegar a esa conclusión no hacía falta que estudiase tanto ni que tuviese así a los perros..., si me lo hubiese preguntado a mí, yo mismo se lo habría dicho, ¿no soy yo un campesino? ¿Habrá alguien con más reflejo de esclavitud que yo? Un hombre atado a la gleba. Un hombre sin derechos... Pero para él, yo soy lo que soy: ese pobre siervo que abre y cierra la puerta, da de comer y limpia a los animales... El simple de Dimitri. ¿Acaso no soy yo el más digno representante del pueblo ruso?
Si os digo la verdad me alegro, queridos animales, de que no entendáis lo que digo. (Algunos de los perros saltan a sus piernas y ladran. Otros a su espalda, huelen la sangre del saco, olisquean y lo raspan con las patas). ¡Me alegro! Me alegro también de no entenderos. (Intenta calmarlos mientras les quita las cadenas) ¡Ea, basta de charla! (Baja de su hombro la mano que sostiene el saco, y lo deja a sus pies.)
¡Venid, acercaos! Os daré de comer. (Los perros se van acercando) ¿Sabéis quién me regaló estos trozos de carne? Fue Igor, el carnicero. Él me regaló estos restos para vosotros. (Metiendo la mano dentro del saco saca algunos trozos) Igor... es un ruso de la estepa, una buena persona, está casado con mi prima Masha. Esa georgiana coqueta y descarada. La mejor vendedora de la región. ¡Desde luego que sí! (Ríe. Arroja los trozos de carne al aire. Los PERROS 1 y 2, que son los más jóvenes, los atrapan al vuelo y hasta luchan por ellos. Los PERROS 3 y 4, más viejos, los recogen del suelo. El PERRO 3 aún se mantiene en forma. El PERRO 4 renguea). ¡Tranquilos! (Dimitri intenta serenarlos mientras se oye llamar a una campanilla) ¿Oís? Llaman a la puerta. Algún periodista despistado que viene a hacer una entrevis¬ta a Pavlov. (Deja a los perros comiendo y se retira por la puerta).
II
PERRO 4
¡Pobre DIMITRI! Habla, habla y habla. Y mientras tanto, envejece.
PERRO 1
No más que tú.
PERRO 4
Es verdad. Soy el más viejo de entre nosotros, y si aún sigo aquí es para demostrar al mundo que los reflejos condicionados no se pierden con la edad. Eso le he oído decir a Pavlov.
Al principio, nos mostraban un trozo de carne, pero sólo los que la habíamos probado alguna vez, salivábamos de deseo.
En las siguientes sesiones, añadía al trozo de carne un elemento molesto o doloroso, por ejemplo, el sonido irritante de una campanilla o una descarga eléctrica. ¿Qué ocurría? Que continuábamos salivando.
Un día a Pavlov se le ocurrió la genial idea de quitar la carne, y confirmó lo que ya sospechaba, salivábamos con la descarga eléctrica o el sonido de una campanilla. Y a todo esto le dio el nombre de: «reflejo condicionado».
PERRO 3
No te quejes, a ti sólo te utilizan cuando vienen visitas importantes.
PERRO 4
Aún así, tengo derecho a quejarme. Para eso soy el más viejo. (Largo silencio.)
PERRO 2 (Mirando hacia las paredes)
¿Será de día o de noche?
PERRO 4
¡Quién lo sabe!
PERRO 1
Conozco el nombre de este sitio.
PERRO 2
¿Sí?
PERRO 1
Sí. Lo llaman la «Torre del silencio». Antes de llegar aquí, oí hablar a otros perros de este lugar, pero a mí no me parece tan terrible.
PERRO 3
¡Claro, como que es tu primer día aquí!
PERRO 1
¡Ya lo creo! Y ha sido un día de felicidad... ¡He comido carne! Mucha carne. Hacia mucho tiempo que no comía carne fresca. (Mastica un hueso, lo roe por las puntas, se relame)
PERRO 3
¡Qué ingenuo!
PERRO 1
¿¡Te atreverás a negarme que he comido carne?!
PERRO 3
No, no te lo negaré. La carne de los débiles... La carne del matadero donde trabaja Igor.
PERRO 1
¿Cómo dices...?
PERRO 3
Digo que has comido la carne de los cobardes...
PERRO 1
Pero ¿qué dice? (Va hacia él) ¡Yo a éste lo mato! ¡Viejo que eres un viejo tú también! (Se enfrascan en una pelea. Ninguno vence. El perro más joven acaba haciendo la postura de sumisión ante el segundo perro Alfa de la manada y regresa a su lugar)
PERRO 4
Oídme bien: a este sitio lo llaman la «Torre del silencio» porque...
PERRO 2 (Sorprendido)
Yo no recuerdo haberla visto al llegar. ¿Hay una torre?
PERRO 4
Es como una fortaleza. A algunos de vosotros os han traído dormi¬dos.
PERRO 3
Es verdad. Nos trajeron dormidos, y a todos nos sacarán de aquí, muertos.
PERRO 1 (Alarmado).
¡A mí, no!
PERRO 2
Ni a mí.
PERRO 3
¿A mí no? ¿Ni a mí? ¡Ilusos!
PERRO 4
La llaman la "Torre del silencio" porque es un edificio con puertas herméticas, sin ventanas, protegido de las inclemencias del tiempo, de las vibraciones... y por cuyas paredes jamás pasa el calor o el frío, la luz o la oscuridad, ni el sonido... Ni tan siquiera el del viento. Jamás desde aquí veremos una estrella ni recibiremos un rayo de sol.
PERRO 2
Por lo que entiendo, es un edificio ciego, mudo y sordo.
PERRO 3
¡Un edificio terrible!
PERRO 4
Y a nosotros, que estamos dentro de él, nos vuelve iguales: ciegos, sordos, mudos... No podemos oír, ni ver, ni hablar con lo que está fuera.
PERRO 1
¿Qué hay fuera? Hace ya unas horas que estoy aquí y ya empiezo a olvidar.
PERRO 4
Más allá... Hay campos, ríos, abedules... La vida.
PERRO 1
Pero el trozo de carne es bueno. La comida es buena. El lugar no es frío. Las descargas eléctricas... son tolerables.
PERRO 3
¡Calla! O me harás vomitar.
PERRO 2 (Intentando consolarse, vencer su miedo)
¡Por Dios, cuánto agradecería una pulga en este momento! (Busca una en su cuerpo, por el suelo. No la encuentra)
(Para coontinuar leyendo: si eres profesor en un instituto o academia de teatro y te interesa lo obra, escríbeme y te la haré llegar). La respuestas que dan los personajes de los perros, dada su edad y la situación en la que se encuentran, representan, además, el tipo de comportamiento que es común a las personas. Están los que deciden luchar, los que renuncian, los que se someten...
La obra también se puede conseguir en Amazon por menos de 1 euro, dentro del conjunto de obras reunidas en Teatro Breve - Pilar Alberdi
MÁLAGA EN MAYO
Ayer, en un juego entre el sol y las nubes, llovió en Málaga, y bien se podían recitar dulcemente versos de Gerardo Diego, como aquel que dice: "Ahuyenta el sol los delicados hilos/ de una lluvia viajera".
viernes, 10 de mayo de 2013
PARÍS por Walter Benjamín
Reseña: Pilar Alberdi
Me rindo siempre ante los bellos textos que nos trae Casimiro Libros. En esta ocasión corresponden a algunos de los que el filósofo Walter Benjamín (1892-1940) publicó en El libro de los pasajes. Luego, un poco más abajo, hablaré sobre estos «pasajes» y su significado. Y si bien es verdad que estos textos tratan de París, también tratan de algo más que París. El detalle, la investigación, la delicada observación, la inquietud por saber lo que dijeron otros, lo que sintieron ante la ciudad, pero también la aparición de un mundo nuevo: el de las mercaderías como un estímulo de deseo y resultado de la productividad capitalista, auge y conflicto que él supo definir también en otras obras, como por ejemplo, en «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica» o en en «Experiencia y pobreza», y tantas más.
Es fácil entresacar de entre las frases de este ensayo palabras que compartiríamos, sin duda, aquellos que alguna vez hemos pisado esa ciudad: «Nada más llegar a la ciudad la gratificación es inmediata». Y eso es lo que tiene París, cuando uno levanta la vista, más acá o más allá están los grandes símbolos que la representan.«Baste pensar en sus calles, que son como hogares habitados, o en lo mucho que se nos sigue escapando aunque pasemos un día tras otro por los mismos lugares, o en la revelador que resulta, en París más que en ninguna otra ciudad, ver la calle ya desde una acera ya desde la otra».
A Benjamín le atrae todo, la sensualidad de los nombres de las calles, las evocaciones que producen, que no duda en comparar con un «cosmos lingüístico». Y más aún cuando las palabras se las ve escritas en los avisos de las paredes del metro: «¡Qué fuerza adquieren los nombres de la ciudad cuando aparecen en el laberinto del metro! Resuenan como cercanas provincias trogloditas: Solférino, Italie, Rome, Concorde o Nation; como si nada de esto pudiera, ahí arriba, en la superficie, mezclarse con el cielo abierto».
También nos hace notar la importancia mercantil de esos «pasajes acristalados» que cubren algunas calles y que también pueden observarse en muchas ciudades europeas. Una tentación comercial creada expresamente para los compradores de principios del siglo XX, que no eran otros que las clases altas, pero también para los paseantes pobres que podían admirarlas. Por fin, como dice Benjamín, los objetos estaban ahí, a la vista, aunque la clase proletaria no pudiese tocarlos ni tenerlos. Hecho que relaciona con el nuevo auge de las exposiciones, como la Primera Exposición Universal de 1855 celebrada en París. «Toda Europa vino a ver las mercaderías» escribe. Nunca se habían visto tantos productos juntos y de tan diferentes territorios.«Entronización de la mercadería y esplendor de las distracciones que la envuelven». Cuanto aprendieron de esto los que luego edificaron locales temáticos, centros comerciales, los que descubrieron la importancia de la creación de un ambiente de ocio. En esa época surgía con fuerza la publicidad para vender bicicletas, coches, vacaciones en hoteles de aguas termales, viajes en barcos a vapor. Pero Walter Benjamín tiene una mirada social y no deja de observar con espíritu crítico. Apunta en sus notas: «Esta pompa y esplendor con los que se rodea la sociedad productora de mercancías así como su ilusoria sensación de seguridad», «Esta masa se divierte en los parques de atracciones, en sus montañas rusas, “orugas” y demás, en una actitud siempre reactiva». De ese afán del objeto a su deseo y obtención, sólo un paso para la proliferación de colecciones, el lujo de la habitación propia, el hogar, como ostentación y seña de identidad.
Tiempo en el que el arte también se impregna de esa vulgar sensación que persiste hasta nuestros días de que todo es mercadería, incluso los artistas deben estar dispuestos a mostrarse como tales. De ahí el surgimiento de los «folletines» y acaso ahora de los «bestsellers».
Con la llegada masiva de mercaderías, se acabó el «regateo». Ese arte que habían aprendido nuestros padres y abuelos, y que aún se practica en muchos países. Es más, en donde no utilizarlo se considera una falta de respeto. Algo que pronto aprenden los turistas que viajan hacia África y oriente.
Señala Benjamín con acierto las palabras de Daniel Michelet: «Cada época sueña a la siguiente». ¿Será verdad que la época de nuestros antepasados ya soñaba la nuestra, que nosotros anticipamos en sueños la que vendrá? Sin duda. Rosseau, Balzac, Hofmannsthal, Proust, Baudelaire, todos tuvieron palabras para París, disfrutaron caminando por sus calles, la criticaron y la amaron.
Ante ese obelisco férreo de la modernidad, como es la torre Eiffel, Benjamín nos dice que Víctor Hugo se horrorizó. Y ante la ciudad que tan bien conoció y retrató, Baudelaire nos habla del «tedio» del caminante.
Una ciudad hecha para transeúntes, para contempladores, para aquellos que hacían también de la calle y de las tiendas una extensión de su hogar, algo que conocemos bien en nuestros días. Un tiempo en que la palabra «masa» iba a cobrar significado en ciudades cada vez más industriales pero también más inhumanas para la mayoría de la población.
Walter Benjamín vivió los horrores de las dos Guerras Mundiales, y conocía bien a la humanidad. Sabía de lo que era capaz, tanto de lo malo como de lo bueno. No en vano falleció en España mientras huía de los nazis.
«Siempre nos quedará París» se dice en la película Casablanca.
Sin duda, este pequeño libro, es un canto a París.
Editorial Casimiro
Biobibliografía de Walter Benjamín
jueves, 9 de mayo de 2013
lunes, 6 de mayo de 2013
EL SONETO
Pilar Alberdi
Al arte del soneto me dispongo,
buscando enfebrecida el blanco prado;
con encorvado gesto renovado,
cuento sílaba por sílaba, pongo.
Quevedo, Góngora, servil impongo;
repitiendo anónimo el severo hado;
suplico a aquéllos, sus limosnas dado,
fiel al soneto, su paz recompongo.
No me dejo caer por la palabra.
Ni me pierde la apuesta de los sesos.
Con medida ejecuto el duro juego.
Juego a que en oscura cueva, luz se abra.
Sumisa espero: versos como besos.
Acepto al soneto alimentar su ego.
Nota: hace ya muchos años tuve una época en que escribí sonetos.
Al arte del soneto me dispongo,
buscando enfebrecida el blanco prado;
con encorvado gesto renovado,
cuento sílaba por sílaba, pongo.
Quevedo, Góngora, servil impongo;
repitiendo anónimo el severo hado;
suplico a aquéllos, sus limosnas dado,
fiel al soneto, su paz recompongo.
No me dejo caer por la palabra.
Ni me pierde la apuesta de los sesos.
Con medida ejecuto el duro juego.
Juego a que en oscura cueva, luz se abra.
Sumisa espero: versos como besos.
Acepto al soneto alimentar su ego.
Nota: hace ya muchos años tuve una época en que escribí sonetos.
miércoles, 1 de mayo de 2013
ENCUENTROS CON NIÑOS
Mañana estaré en Casares (Málaga) en un encuentro con niños. Espero tener tiempo suficiente para acercarme a visitar la casa museo de Blas Infante.
Si quieres seguir mis actividades en el área infantil y juvenil: en este enlace
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
-
Reseña: Pilar Alberdi «En los últimos decenios, el interés por los ayunadores ha decrecido muchísimo. Antes era un buen negocio organiza...
-
«¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no». Alber Camus Reseña: Pilar Alberdi No quiero dejar pasar este día, en que se celebra...
-
Reseña: Pilar Alberdi Si alguien cree que el tema de la moda es baladí , se equivocaría y mucho. Como ejemplo de lo que somos nos represe...