jueves, 9 de marzo de 2017

WALTER BENJAMIN:« EL AUTOR COMO PRODUCTOR»





Pilar Alberdi


«Las obras de arte se salen del mundo empírico y crean otro mundo con esencia propia». Theodor Adorno
«Un autor que no enseñe nada a los escritores, no enseña nada a nadie»
Walter Benjamin

Sentirse perseguido por los nazis y acabar su vida suicidándose en la frontera franco española, concretamente en Portbou, por faltarte el visado de salida de Francia, con temor a ser apresado y enviado a un campo de concentración. Eso es lo que le pasó al filosófo Walter Benjamin (1892-1940), un pensador profundo, el amigo de Bertolt Brecht, de Adorno, Horckheimer (Instituto de investigación social de Viena), entre otros.
Este texto, El autor como productor es una conferencia. Ser productor de arte, literatura, y esto es lo que especialmente quiere reflejar Benjamin, significa ser capaz de provocar una «transformación» en la persona que ve una obra de teatro; en la que admira una pintura, una escultura; en la que lee; en la que se sienta en la butaca de un cine. Algo en la misma línea había expresado Bertolt Brecht en el artículo Observación del arte y arte de la observación: «Si se quiere alcanzar la función del arte, no es nunca suficiente el querer consumir constantemente y a buen precio solo el resultado de la creación artística, es necesario participar de la creación misma, ser en cierta medida creadores nosotros mismos».
En relación con las obras comprometidas con una «tendencia política», Walter Benjamin expresará que «”la tendencia correcta” incluye “una tendencia literaria”; es decir, una exigencia de calidad y honestidad». De lo contrario, ¿de qué serviría una tendencia política, donde ni tan siquiera hay un buen hacer artístico? ¿A quién vamos a salvar si no aspiramos a ser lo mejor de nosotros mismos, a dar hasta las últimas consecuencias, a opinar aún a cambio de parecernos que vamos por un camino desierto o por el que avanzan pocos caminantes? Nosotros, cada uno de los que hacemos arte, ya somos una tendencia, ya somos parte de la ideología que define y parcela cada área de la sociedad, en esta sociedad nuestra o en otras.
El autor debe saber en toda época, es decir, en la época de Benjamin y en la nuestra, qué «productos literarios» exige el mercado, pero no por eso debemos hacerlos. No por eso debemos transigir con nuestros ideales, nuestro sentido de la creación.
Lo fácil, lo superficial, lo bello... Estos eran algunos de los muchos temas que preocuparon a Benjamin. Por ejemplo, la reproducción de la obra de arte cambió el sentido mismo de la obra de arte, la forma de mirarla. El espectador no precisa hoy, y tampoco ayer, acudir a un Museo, ni a una galería, la obra de arte entra a su casa por diferentes medios: prensa, revistas, cine, Internet. Puede entrar recortada, acompañando un texto que nada tiene que ver con ella; fuera del espacio ensimismado (toda obra es para ella misma) y dentro del contexto social para el que fue realizada.
Nosotros, que vivimos en la eclosión de la imagen como signo, no podamos ya percibirlo, la fotografía cambió el modo de mirar el mundo. En el siglo XIX solo los pudientes se fotografiaban. Los pobres, si podían, intentaban, cuando alguien de su familia fallecía, hacerle una fotografía para rescatar aquel único rostro del olvido.
Dijo Benjamin en esta conferencia: «”El mundo es bello” es el título del célebre libro de fotos de Renger Portsh, en el cual vemos en su cima a la fotografía neo-objetiva». Esto es que ha conseguido, que incluso la miseria, «de una manera perfeccionada y a la moda, sea objeto de goce». (…) Fantasmagórico, pero nosotros también conocemos lo que es hacer una buena fotografía de la miseria. Nos las presentan a diario.
«Porque si una función económica de la filosofía es llevar a las masas, por medio de elaboraciones de moda, elementos que se hurtaban a su consumo como la primavera, los personajes célebres, los países extranjeros, una de sus funciones políticas consiste en renovar desde dentro el mundo tal y como es. En otras palabras, en renovarlo según la moda».
«Las masas»… Hoy este concepto ha quedado en desuso, no está bien visto, no es de los políticamente correctos. Pero ¿qué somos? ¿Pueblo? Pueblo también se ha quedado por el camino. ¿Ciudadanos? ¿Qué? ¿Consumidores?
Miremos a nuestro alrededor: todo es moda. Hasta la palabra «estética» de origen griego («aestheticus», que en el siglo XVIII comenzó a utilizarse en un sentido neo-clásico que destacaba el arte en relación a lo bello, hoy impregna y satura nuestras vidas imponiéndose a través de la publicidad: cirugía estética, la estética de la moda, y un largo etcétera.
Benjamín que no conoció Internet ni la moda de hacerse selfies para subir las imágenes a las redes sociales, se preguntaba cómo salvar a las cosas de la moda. Pero, qué es la moda sino ideología, y ¿qué es la ideología sino la forma en que se pretende que interpretemos los mensajes que se nos envían por diversos medios? ¿Qué es la ideología sino aquello en lo que estamos?
Decía Louis Althusser: «La ideología interpela a los individuos como sujetos». De acuerdo, pero antes, tendremos que saber qué tipo de ideología recibimos a diario para poder ser críticos, de cuál formamos parte, cómo se nos transmite, cómo la asumimos, por qué la aceptamos o nos defendemos de ella. Decía Lyotard, «la filosofía es ideología». De acuerdo, pero ¿qué clase de ideología? ¿La que arrastran los siglos de historia que nos precedieron? ¿El pensamiento que se piensa a través del pensamiento pasado? ¿La ideología presente en las instituciones, en los medios, en los libros, en las creencias religiosas, en las familias? ¿Cuál? ¿Cuál de todas ellas o todas, son ideología?
Tendremos que analizar de qué modo presenta esta ideología totalizadora, igual y diferente, aquí de un modo y allí de otro, a la mujer, al hombre, al niño, al enfermo, al trabajador, al hambriento, al inmigrante, al desplazado, al refugiado…¿De qué modo esta ideología clama por los derechos humanos y al mismo tiempo ordena leyes en sus territorios para no dar visados a los que escapen de sus países? De qué manera una sociedad se vuelve hipócrita e intenta disimularlo.
Por supuesto que a la ideología se la detiene de frente, con lecturas críticas; o de otros modos, por ejemplo, no haciéndose selfies con los que se puede perder la vida cayendo por un acantilado mientras Facebook, es decir, alguien que no es una persona, te avisa en tu cuenta de que alguien quiere ser «tu amigo». ¿Qué amigo? ¿A qué llamamos amigo? ¿Cómo ha caído tan bajo esta significación?
Leer, leer… Dejar de ver una televisión que vacía de sentido la vida, que vulnera tantas veces la dignidad, que se muestra dócil con el poderoso y fuerte con el débil. Una televisión en la que en diferentes programas se ve a los comentaristas luchar casi a muerte por retener la palabra, por gritar cada día un poco más alto. ¿Será eso conversar? ¿Tanto cambió el agradable arte de conversar?
¿A qué tiempos me recuerdan estos tiempos? ¡Ya! Acaso, hay una cierta clase de tiempo que nunca pasa… Debe tratarse de eso, precisamente. Lo leía el otro día en una obra de la filósofa María Zambrano, que de esto y de mucho más algo sabía, con esa sinceridad en la que no hace falta decirlo todo, pero en la que cada frase, cada letra, está diciendo algo esencial. Escribía ella: «Pero… ¿quién los compra? [A los libros] Y si por casualidad los compraba alguien, ¿quién los leía? ¡Qué poco se ha leído en España! Hablar sí; hasta por los codos».
Grande, María Zambrano. Una de las que se marchó al exilio; una de las que regresó. Y, mientras tanto, en todas partes, eso, lo dijo claro, muy claro: leer no, pero hablar, hasta por los codos.



Referencias/citas:
Adorno, Theodor. Teoría estética. CEME. Centro de estudios Miguel Enríquez. Chile.
Althusser, Louis.Dos cartas sobre el conocimiento del arte. Althusser/Daspre. Internet en línea. (Sbribd)
Benjamin, Walter.El autor como productor. CEME. Centro de estudios Miguel Enríquez. Chile.
Lyotard, Jean-François. ¿Por qué filosofar? Paidós. Barcelona, 1989.
Sánchez Vázquez, Adolfo. Antología textos de estética y teoría del arte. Incluye el artículo de Bertolt Brech: Observación del arte y arte de la observación. Universidad Nacional Autónoma de México.
Zambrano, María. Palabras del regreso. Artículo: Las palabras de don Miguel. Cátedra. Madrid, 2009.