LAS TRES CANCIONES QUE ANGELA MERKEL ELIGIÓ PARA SU DESPEDIDA
Pilar Alberdi
Es tradición en Alemania despedir con una retreta militar al Presidente federal, al Canciller y al Ministro de Defensa, tras su desempeño en el gobierno. El acto es nocturno, algunos de los soldados portan armas, otros desfilan con antorchas encendidas. Los uniformes de ceremonia que visten recuerdan viejas imágenes de películas de la Segunda Guerra Mundial. Y es que, a veces, el pasado parece que se niega a marcharse.
Merkel se retiró precisamente el mismo día que el gobierno alemán comunicó el confinamiento de los no-vacunados, más del 30 % de la población, y la puesta en marcha de la obligatoriedad de la inoculación contra Covid, es decir la obligación de participar en una Experimentación en Fase III, de la que nadie se hace responsable (ni farmacéuticas ni gobiernos, ni médicos) pese a los decesos, y millones de efectos adversos, habiéndose inyectado ya con estos productos a la mitad de la población, unos cuatro mil millones de personas, las cuales pueden contagiar y ser contagiadas igual que las no inyectadas, favoreciéndose solo a las primeras con un pasaporte sanitario que les facilita, extrañamente, la entrada a negocios y lugares de ocio.
En este momento, inicios del año 2022, los países más vacunados (Gibraltar, Israel, Portugal) presentan el mayor número de afectados y no al contrario, creándose en los sujetos inyectados factores de inmunodeficiencia (ADE), aumentos o activación de cánceres, ictus, infartos, miocarditis, pericarditis, problemas neurológicos graves, entre otros.
El político del gobierno alemán despedido con este acto puede elegir una canción que será ejecutada por la banda militar; la señora Merkel eligió tres. Según podía leerse en la prensa internacional ha sorprendido que Merkel eligiese una canción de la cantante punk Nina Hagen, nacida igual que Merkel en la Alemania Oriental. Pasando la primera a la Alemania Occidental en cuanto le fue posible, y la segunda, tras la reunificación, donde inició una carrera política bajo la protección de Helmut Kohl (1930-2017), ex canciller alemán (antes y después de la Alemania Unida) y presidente de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), cargo que también desempeño Merkel como dirigente de este partido entre 2001 a 2021.
Según he podido saber el padre de Ángela Merkel era un pastor protestante, lo que evidentemente debió crear dificultades en un país comunista.
Tres canciones para una despedida. Según contaban las crónicas del acto, otros electos habían elegido una sola. De repente, fue ver ese detalle (tres canciones) y me dije, «bien, ¿por qué no?, perdamos un poco de tiempo en esto, veamos qué tiene que decirnos esta mujer». Así que poco después, me encontraba buscando por Internet, las músicas y letras de esas canciones, oyéndolas en alemán y buscando la traducción del texto al español.
La primera canción elegida, como he dicho antes, era la de la cantante punk Nina Hagen y se titula: Du hast den farbfilm vergessen (Has olvidado la película de color).
Has olvidado la película de color
Sentada ahora aquí,
en nuestro hogar,
el árbol Sanddorn se erguía
en la playa de Hiddensee.
Micha, mi Micha, y
todo me dolía tanto,
que los conejitos tímidos miraban
desde su madriguera,
por mis gritos de dolor que
subían a los cielos.
Tan enajenada pateaba la arena,
y con furia quité tu
mano de mi espalda.
Micha, mi Micha, y
todo me dolía tanto.
Una vez, Micha, y me iré.
Te olvidaste de la película
a color, mi Michael.
Nadie nos creerá lo
bello que fue, ha ha ha…
Te olvidaste de la
película a color, mi alma.
Todo el azul, blanco y verde.
Luego, ¡ya no estaba más!
Te olvidaste la película a color, mi alma.
Todo el azul, blanco y verde.
Luego, ¡ya no estaba más!
Sentaada ahora aquí,
en nuestro hogar,
escojo las fotos para
poner en el albúm.
Yo en bikini y yo desnudita.
Yo en un mini, el paisaje
también está. Sí.
Pero ahora, qué terrible
las lágrimas caen tan calientes.
Paisaje y Nina, y todo
solo en blanco y negro.
Micha, mi Micha, y todo me duele tanto.
¡Una vez más, Micha y me iré!
Te olvidaste de la película
a color, mi Michael.
Nadie nos creerá lo
bello que fue, ha, ha, ha…
Te olvidaste de la
película a color, mi alma.
Todo el azul, blanco y verde.
Luego, ¡ya no estaba más!
Te olvidaste de la
película a color, mi alma.
Todo el azul, blanco y verde.
Luego, ¡ya no estaba más!
La segunda es una canción de alabanza religiosa (siglo XVIII), su autor de Ignaz Franz, y su titulo: Grosser Gott, wir loben dich (Gran Dios, te alabamos).
Gran Dios, te alabamos
Te alabamos, ¡oh gran
Dios!
Tu poder inmenso honramos.
Desde el polvo con
fervor
tus prodigios veneramos.
¡Padre eterno, que
jamás
Tu semblante mudarás!
De tu trono en
derredor,
cantan santos serafines.
A tu majestad loor,
con
benditos querubines:
"¡Santo, Santo,Santo!"; el
son
es de su eternal canción.
Oye con benignidad
la
voz de tus servidores,
que ante Ti con humildad
hoy
imploran tus favores.
Líganos en santa unión;
quita toda
división.
Por tan grande
salvación,
te alabamos noche y día;
tuyo es nuestro
corazón,
que en Ti solo, ¡oh Dios!, confía.
A servirte
con placer
consagramos nuestro ser.
La traducción al español es de Friedrich Ludwig Fliednes nacido en Düserdolf (Alemania) en 1845 y fallecido en Madrid (España) en 1901.
La tercera canción Für mich solls rote rosen regnen (Para mí, debería llover rosas rojas) de Hildegard Knef.
Para mí, debería llover rosas rojas
Cuando
tenía 16 años, dije tranquila: yo quiero.
Quiero ser grande,
quiero triunfar, quiero ser feliz, nunca mentir.
Cuando tenía
16 años, dije tranquila:
quiero todo o nada
Para
mí, debería llover rosas rojas.
Debería encontrar todas las
maravillas,
el mundo debe transformarse,
y cuidarse a sí
mismo
Y
más tarde, dije además, yo quisiera
entender, ver mucho,
experimentar, conservar.
Y más tarde, dije también, que me
gustaría
no estar sola, y aún así ser libre.
Para
mí, debería llover rosas rojas.
Debería encontrar todas las
maravillas.
La suerte debe comportarse gentilmente
Debería
manejar mi destino, con amor.
Y
hoy digo despacio, debería
adaptarme, conformarme; no puedo
adaptarme
no puedo conformarme; todavía quiero triunfar.
Quiero
todo o nada.
Para
mí, debería llover rosas rojas
Debería encontrar nuevas
maravillas
Yo lejos, de los viejos nuevos desarrollos.
De
lo que esperaba, tengo la mayoría.
Quiero, quiero.
Tras oír las tres canciones y leer sus letras me pregunto cuántas veces habrá pensado Ángela Merkel durante los años de su desempeño político como canciller (2005-2021) en las canciones de su despedida. ¿Siempre tuvo clara la elección o la fue cambiando con el transcurso del tiempo producto de su maduración? Seguramente, serán detalles que alguna vez conoceremos a través de su autobiografía. No sería extraño que a un período de tanta actividad siga uno de reflexión que facilite esas memorias.
Si yo tuviera que hacer un análisis psicológico de este momento del personaje político, de la persona que hay tras esa máscara, en ese acto, percibo una mujer derrotada por las circunstancias. Realmente hay en esas letras palabras que describen —desde mi punto de vista— un momento de oscuridad como el actual, donde ella mira hacia el pasado y lo que queda de él, hacia el futuro y lo que soñó, y ante lo cambiante de dichas perspectivas, se acoge a Dios. Seguramente puede haber otras interpretaciones, y de todas, yo preferiré la suya, porque este tiempo de oscuridad nos está demostrando lo difícil que resulta creer en algo llamado Comunidad Europea que va camino de convertirse, si no lo impedimos en una dictadura al servicio de fines siniestros, donde aquella anterior división entre alemanes del Este o del Oeste, entre Francia y Alemania, entre Europa y la URSS se está convirtiendo en una Europa de vacunados y no vacunados, de quienes tienen un pasaporte sanitario Covid, y los que no lo tienen; de quienes son obligados o coaccionados para que se inyecten en sus cuerpos sanos, un producto que no desean ni les es necesario para su salud
La prensa explicaba que la canciller se mostró emocionada, yo no lo percibí. Creo que la elección personal de esas tres canciones también incluye un mensaje. Al menos, así me lo parece.
Si sumamos a las letras la imagen del acto: de noche, ella vestida de negro, detrás de una tarima también negra, a mí, por lo menos, la visión de este acto me resultó extremadamente lúgubre, una especie de muerte del cisne.
He tenido yo la sensación, de que Ángela Merkel ya ha conocido lo monstruoso, sino del mismo modo que lo estamos viviendo nosotros ahora, de alguna manera parecida. A la adolescente que soñaba no la alegrarán la caída de rosas rojas, porque ni siquiera se puede ver en las fotos el color, el dolor y la felicidad de aquellos días en la Alemania oriental, y Dios en momentos de desamparo, es el único espacio alentador y accesible. Quizá, el único diálogo sensible con el Otro.
Comprendo a Angela Merkel, fue una mujer en el poder, eso, no puede ser fácil, la batalla contra los diversos intereses e imposiciones tuvo que ser difícil.
Hölderlin dijo: «El filósofo comienza cuando Dios precisamente enmudece, en tiempos de desamparo». La aterradora maquinaria puesta en marcha contra el Covid 19, tardamos en comprender lo que suponía, un ataque bélico de la peor calaña contra la población. ¿Cómo aceptar que viejos tiempos que creíamos desaparecidos volverían? ¿Quién se lo hubiera figurado? Pero en eso consiste la vida según Hegel, ¿verdad?, en formar figuras que luego se van desvaneciendo, donde las más fuertes intentan imponerse.
Quizá Merkel se marcha sabiendo que nada volverá a ser lo que era, no lo sé, intuyo que en su cabeza han sonado y seguirán sonando muchas veces esas canciones, como otras suenan en las nuestras, pero su elección, de verdad, me parece brillante. ¿No es acaso una especie de reclamo ante el abandono? ¿No parece estar gritándole a Dios, «por qué me has abandonado»?
Soy de la idea de que perder también es ganar. Es una idea extraña, quizá, pero verdadera. Se gana en integridad, en fortaleza, en lealtad . Millones de personas que quizá nunca habían oído hablar de aquello que Naomi Klein explicó en La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre, obra que escribió sobre las dictaduras latinoamericanas de los años 70 del pasado siglo, lo acabamos de vivir en Europa. Crisis, caos económico, sistemas de control, implementación de medidas liberticidas basándose en una urgencia sanitaria. Quienes alguna vez hayan vivido bajo una dictadura supieron reconocer a tiempo este momento, en el que todas las autoridades, incluso los gobiernos parecen actuar al unísono y del mismo modo en todo el mundo. Pero cuidado: detrás de eso hay bambalinas, y procesos que no vemos todavía de desestabilización de esos mismos empoderados que acabarán más tarde o más temprano como chivos expiatorios. ¿A cuántos se condenó a la pena capital en los procesos de Nuremberg? Solo a una docena. ¿Y los demás culpables?
En su libro Nosotros, los hijos de Eichmann, Anders Günter se preguntaba sobre estas cuestiones. Pensaba que lo monstruoso consiste básicamente en esto: «que haya habido aniquilación institucional o industrial de seres humanos; de millones de seres humanos», «que hubiere dirigentes y ejecutores de estos actos, a los que llama los “Eichmann serviles”» y «que millones de personas fueran condenadas a situaciones de “las que nada sabían” un instante antes», esas mujeres, por ejemplo, a las que cuando llegaban a los Campos de exterminio se les cortaba el cabello, diciéndoles que era para desinfectarlas y ducharse, cuando poco después se las hacía entrar en una cámara de gas para asesinarlas.
Dicho lo anterior, me parece necesario rescatar el concepto de «asesinato increíble», relacionado con «lo monstruoso», que no es otra cosa que aquello que ha conmovido siempre a la humanidad en lo más íntimo de su ser, y que Pierre Legarde explica en su ensayo La fábrica del hombre: el asesinato de los padres, de los hijos, de familiares, en suma, de una humanidad confiada.
Pueden llamarme ilusa, sí, pero quiero creer que este «Nuevo orden» que algunos intentan imponer por la fuerza fracasará por su inhumanidad, y la traición al pueblo. El único líder, el único ídolo que prometían como salvador, ha sido un producto farmacéutico en Fase III de experimentación que ya se ha mostrado como lo que es: un engaño. Aunque han dominado sobre los medios de comunicación, no han podido evitar el envío de información (vídeos, canales alternativos) de la gente, de lo que está sucediendo en un país y otro. Hitler en su día llamó «Orden Nuevo» a un Imperio que duraría mil años. La nueva amenaza nos cerca, por eso la película que vemos está en blanco y negro y le falta color, pero debemos hacer que el color vuelva y también la dignidad, y debemos comenzar ya a enseñar a las generaciones futuras que este tipo de amenazas nunca desaparecerán, adquieran la forma que adquieran, que serán más terribles cuanto más sofisticado sea el avance técnico, y que hay que preparar a los jóvenes y muy especialmente a los niños para ser valientes y afrontarlas.
Las gentes que nos están engañando y atemorizando, las que están causando tanto dolor, sabedlo, ni siquiera se aman a sí mismas. Se desprecian infinitamente por viles, y también por serviles al poder, a la codicia, y por eso desprecian al resto, a la buena gente, a la gente creadora, humilde, trabajadora, a los que llaman “estómagos inútiles”.
Enlaces a los vídeos y letras de las canciones:
Vídeo de la canción de Nina Hagen, Du hast den farbfilm vergessen (Has olvidado la película de color), subtitulado en español.
Vídeo de la canción de alabanza Grosser Gott, wir loben dich (Gran Dios, te alabamos) de Ignaz Franz
Videos del acto de despedida y retreta militar a Angela Merkel:
«Un homenaje de despedida a Merkel»
Lecturas recomendadas:
GÚNTER, ANDERS: Nosotros los hijos de Eichmann
KLEIN, NAOMI: La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre
LEGENDERE, PIERRE: Dominun mundi, Lo que Occidente no ve de Occidente, La fábrica del hombre, El hombre homicida.
PATXON, ROBERT: Anatomía del fascismo