
Reseña: Pilar Alberdi
«En los últimos decenios, el interés por los ayunadores ha decrecido muchísimo. Antes era un buen negocio organizar grandes exibiciones de este género como espectáculo independiente, cosa que hoy, en cambio, es imposible».
Este comienzo de Un artista del hambre de Franz Kafka (Editorial Casimiro), nos hace recordar, además, que hubo un tiempo, muy anterior al que comenta el autor, en el que había personas que por su propia decisión (sentimientos de culpa o pérdida, anhelo de alcanzar la perfección espiritual...) se hacían encerrar en celdas y permanecían en ellas como ayunadores hasta el día de su muerte. Generalmente, estas celdas, también conocidas por «olvidaderos» estaban abiertas a las miradas de los curiosos. (Uno de estos casos se cita en El jorabado de Notre Dame de Víctor Hugo).
En esta obra,Kafka nos explica el proceso del ayunador como espectáculo que dará ganancias al propio ayunador, a un empresario, y distracción al pueblo. Nos indica, además, cómo el ayunador ha hecho de este acto, su profesión, no conociendo otra. Y cómo, cuando es desenjaulado, hay una pequeña orquesta, un grupo de personas, y hasta un fotógrafo para dar a este deshauciado, la bienvenida a la vida.
Pero no es eso, lo que de verdad interesa a Kafka, a él le importa el tema del ayunador como persona capaz de soportar el hambre, por tanto, un ser superior a ese otro grupo de personas que están frente a él.
Y es, al final de este relato, cuando surge la alegoría, y la comparación y llegamos con más claridad a comprender el sentido. ¿Aquello ante lo que rendimos la mirada, así esté enjaulado, no es acaso, superior a nosotros?
Si considerásemos esta pequeña obra sólo como un pequeño cuento, nos equivocaríamos, en él no sólo hay planteada una historia, sino la sobreviviencia del propio autor como observador de esa extraña frontera entre la vida y la muerte a la que se acercaba, además de un profundo conocimiento de las personas.
Complementan este relato dos escogidos artículos. El primero En lo mejor del ayuno de Christian Bank Pedersen , quien opina que en los relatos de Kafka se narran «la soledad, la perdición, el olvido y los esfuerzos aparentemente vanos de aquellos que viven para el arte». (…) «Y, sin embargo, se pregunta, ¿qué es la obra de arte? Es una creación sensible, el producto de un hacer, el resultado de una capacidad productiva libre, y como tal, en principio un hecho autónomo, independiente de todo fin ajeno. La obra que muestra Un artista del hambre es él mismo».
La lucidez y el amor y respeto a Kafka, sobresalen en este artículo. Quizá, por su propia experiencia como escritor, el autor ha adivinado bien lo que sucede en la creación, y lo dice claramente: «Tan pronto el artista consume otra cosa que no sea el mismo, el arte deja de existir». Y lo resume, afirmando que no hay obra ajena a su creador, que «donde hay hambre de arte hay insatisfacción». ¿Y no sabemos nosotros que cuando la obra es más fiel a lo que ha vivido o siente el autor, es más profunda? ¿Que todo lo inventado no sirve sino al exclusivo fin de explicarse uno mismo?
El segundo artículo, A propósito de Kafka de Walter Benjamín, más literario que el primero, es una carta que el filósofo escribió a su amigo Gerhar Scholem hacia 1938, explicándole a éste el resultado de sus estudios sobre la obra de Kafka.
Apunto aquí dos de las frases que iluminan con certeza crítica su opinión sobre el escritor. La primera dice: «Las creaciones kafkianas son todas ellas parábolas y su miseria y belleza consisten en que tuvieron que convertirse en algo más que parábolas». Me parece imposible poder explicar mejor lo que representa la obra de Kafka. Y la segunda y fundamental: «Para hacer justicia a la figura de Kafka en su pureza y su belleza peculiares no se debe perder de vista lo siguiente: que fue un fracasado». Y habría que añadir, un fracasado... convencido de su fracaso, que no duda en pedir a su mejor amigo que queme sus manuscritos. Es decir, el final, su final es la «nada», que alguien, Max Brod, se empeña en negar, poniendo a salvo los manuscritos.
Sinopsis de la contraportada:
«Cuando su tuberculosis ya se había extendido a su garganta, haciendo que le resultara casi imposible tragar, Kafka escribió el que sería su penúltimo relato.
A modo de testamento,«Un artista del hambre» es una deslumbrante evocación de las dificultades que entraña la creación artística».
Casimiro Libros es una editorial que publica textos modernos y clásicos escogidos por su calidad literaria.En este blog podrán encontrar algunas reseñas de sus libros. Y en este enlace a la Editorial Casimiro podrán acceder a su catálogo.
Nota: se tiene la extraña opinión, muchas veces, de que los escritores se dedican a escribir y poco más; pero las suyas, como las de los demás, son vidas complicadas. Y, por supuesto, sus obras no pueden mostrar la cantidad de horas dedicadas al estudio,ni a los quehaceres cotidianos (trabajo, etc.), pero todo eso, también está en sus escritos, aunque no siempre podamos distinguirlo. Por eso, les dejo un enlace a una biografía de Franz Kafka que encontré en Internet, en la que con pocas palabras se alcanza a ver algo de lo que fue la vida del autor, y la relación que mantenía con las personas de su entorno y con su obra.
Hermosa entrada Pilar. Eres capaz de explicar detalles que leyendo un libro quizá no muchos lectores comprenderían (quizá yo misma).
ResponderEliminarNo leí Un artista del hambre, pero lo buscaré para leerlo. Kafka es uno de mis preferidos.
Besos
Buen análisis, al terminar el cuento creí que el representaba al hombre del cuento, desde la mirada de como el capitalismo consume exageradamente al proletariado. El proletariado se somete a esos trabajos arduos que por por comer con el tiempo se acustumbra y pasa con el tiempo tambietambien a Ser una maquina mas del industria.
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