Por: Pilar Alberdi
He tenido la ocasión, el pasado 12 de noviembre, de mantener un encuentro con los alumnos del colegio Miguel de Cervantes de Álora, del que he dado noticia en el siguiente enlace.
Estos encuentros facilitados, por el Centro Andaluz de las Letras, nos invitan a una reflexión profunda de lo que significa escribir temas que serán leídos también por otros. Cuando se trata de los pequeños lectores, la responsabilidad es todavía mayor. De regreso a casa, como siempre, pensé en cuántas cosas se nos quedaron en el tintero, cuántos temas por explicar.
Pero no era de esto de lo que quería hablarles, sino de un regalo que me dieron en la biblioteca: unos números de la revista internacional de poesía «Álora, la bien cercada».
Doy por hecho que quizá muchos de los que leerán estas líneas no conozcan el “romance de frontera” al que hace referencia el título de la revista y por eso les invito a leerlo en el siguiente enlace, porque recuerda el pasado de esta población junto al Río Guadalhorce. Pese al tema, conflictivo que se expresa de un sur mozarabe y un norte cristiano hay que mantener vivo el recuerdo de aquella tierra Andalusí, la de las tres culturas capaces de convivir durante setecientos años juntas, y a filósofos tan importantes para la cultura del continente europeo como Avempace, Avicena, Averroes, Maimónides. Sin Averroes, difícilmente habrían llegado los escolásticos del medioevo a conocer a Aristóteles, y bien puede decirse que de ese conocimiento, y tras separarse la teología de la filosofía, comienza el camino hacia nuestra modernidad.
Bien, resumiendo, me traje esas revistas ofrecidas por María Eloísa Puertollano Cañadas, responsable de la Biblioteca Municipal de Álora, como quien se trae un pequeño tesoro, ¿con qué lo compararía? Con la visión de un hermoso amanecer o atardecer, con una brillante caracola que rueda sobre la arena mojada de la playa, con el vuelo de las gaviotas, con la voz de un niño, sí, con todo eso que no da dinero, pero si emoción y sabiduría.
Tenía mucha razón María Eloísa cuando me dijo: ―Sé que tú las vas a disfrutar.
Y como así ha sido, quiero dejar mi testimonio. En sus páginas encontré a poetas con los que en el pasado compartí páginas en otras revistas, como Manxa, por ejemplo.
Ver que un Ayuntamiento, colabora para el mantenimiento de esta publicación que honra a su localidad, al famoso romance que rememora tiempos heroicos, y a la literatura en general, me parece un ejemplo magnífico. Captar cómo el esfuerzo de personas como el poeta José María Lopera ha llevado adelante con éxito una cuidadosa selección de poetas y poesías, más.
Todavía, y es grato saberlo, hay ese amor a la cultura que permite revistas como ésta o concursos literarios con jurados independientes y criterios literarios al margen de los comerciales. Es bueno confirmar que sigue ocurriendo, y que sea motivo de orgullo.Y que, además, todo esto ocurra aquí, a un paso, en la serranía malagueña.
Nota: el último número de la revista fue presentado el pasado mes de mayo en Madrid, en la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, número en el que participaron 59 poetas españolas e internacionales.
El acto contó con la presencia de José Sánchez Moreno, alcalde de Álora, el poeta José María Lopera, la represeentante de la revista en Madrid, Isabel Miguel, Emilio Porta, visesecretario de la Asociación de escritores y artistas españoles, y un nutrido público, entre los que se encontraban poetas y ilustradores de la revista, entre otros.
En el siguiente enlace encontrarán la información.
domingo, 23 de noviembre de 2014
domingo, 2 de noviembre de 2014
¿QUÉ ES UNA NACIÓN?
Pilar Alberdi
Todos creemos saber qué es una Nación. Pero, si nos preguntasen qué es, ¿qué responderíamos? Hay quien para contestar esta cuestión se lleva la mano al corazón y hay quien se la lleva al bolsillo; hay, sin duda, quien apela a otras palabras como «patria». Pero ¿qué entendemos por patria?
Voy a contarles lo que opinaba un escritor francés, Ernst Renan, sobre el tema. Él, también se preguntó qué es una nación, y a su contestación le dio la forma de una conferencia, que pronunció hace ya bastante tiempo. ¿Por qué apelo a la opinión de Ernst Renan y no a la mía? Porque verán, yo me siento demasiado argentina, española, vasca, madrileña, malagueña, ciudadana del mundo. Y si me apuran, podría llegar a confesar que mi patria cabe en un poema. Pero como Renan es más sabio que yo, lo voy a dejar que se explique.
«Por encima de la lengua, de la raza, de las fronteras naturales, de la geografía, está el consentimiento de las poblaciones, sean cuales sean sus lenguas, sus razas, sus culturas». Pone un ejemplo: Suiza, está «compuesta por tres o cuatro lenguas, dos o tres religiones y Dios sabe cuántas razas». (Lo de «razas» es propio del siglo en que escribe). Continuamos: «Una nación es, a nuestro entender, un alma, un espíritu, una familia espiritual, resultante, en el pasado, de los recuerdos, de los sacrificios, de las glorias, a menudo de los duelos y de los pesares compartidos; y en el presente, del deseo de seguir viviendo juntos. Lo que constituye una nación no es el hablar la misma lengua o el pertenecer a un mismo grupo etnográfico, sino haber hecho en el pasado grandes cosas juntos y querer seguir haciéndolas en el futuro». (…) «Los grandes hombres que ahora gobiernan los asuntos de los pueblos (¿con qué éxito?, el tiempo lo dirá) no sienten ante semejantes ingenuidades sino desprecio». Pero el escritor, que ha sido también filólogo e historiador, se confiesa insensible a ese desprecio, ha visto equivocarse a demasiados estadistas, y sabe que la facilidad con la que imponen sus criterios por medio de la coacción no responderá jamás a la verdadera cuestión.
La conferencia ¿Qué es una nación?, fue pronunciada en la Sorbona (París), el 11 de marzo de 1882. Un texto excelente, de una claridad contunde, apoyado en unos razonamientos concluyentes. No se equivocó cuando afirmó: «La división de Europa es demasiado grande para que un intento de dominación universal no provoque pronto una coalición que obligue a la nación ambiciosa a regresar a sus límites naturales». La historia le daría la razón, aunque él no lo vería y confiaba en que «Francia, Inglaterra, Alemania, Rusia seguirán siendo, dentro de varios cientos de años, y más allá de las vicisitudes que puedan conocer, unas individualidades históricas, las piezas esenciales de un tablero cuyas casillas cambian constantemente en importancia y tamaño, pero que nunca llega a confundirse del todo». Hace un repaso por la Historia, va de la antigua Grecia a la Galia, España o Italia, explica la formación de Imperios, la pax romana; el invasor que llega, se queda, toma por la fuerza, negocia, civilizaciones que confluyen, los siglos que borran las identidades y dan lugar a un sentimiento común, porque el pasado exige, viene a decir Renan, olvido y perdón, mientras los conquistadores dejan atrás su lengua, y se quedan con la que reciben, y el tiempo pasa.
Los franceses ya no recuerdan de cuántos pueblos están hechos, arguye el escritor. Son franceses, todos son franceses. «La idea de una diferencia entre razas en la población de Francia, tan evidente en Gregorio de Tours, deja de estar presente en los escritores y poetas franceses posteriores a Hugo Capeto». ¿Qué inglés recuerda sus orígenes normandos? En todas partes,«la unidad siempre se hace brutalmente; la reunión de la Francia del Norte y de la Francia del Sur ha sido fruto de un exterminio y de un terror continuado durante cerca de un siglo». Pero ¿quién recuerda aquello? Algunos libros de historia.¡Cuánto deberíamos saber de Historia para comprender mejor lo que los siglos olvidan. También comenta un tema que continúa afectando a Oriente, la división de las personas según las religiones. Él, en su conferencia, se refería a Turquía, pero sabemos que es un tema recurrente en Oriente Próximo .
«Según algunos teóricos de la política una nación ante todo es una dinastía, encarnación de una antigua conquista, conquista primero aceptada y luego olvidada por la masa del pueblo».
Renan, anticipándose en un siglo, imagina una futura confederación de naciones europeas, no la ve posible en su tiempo, y se conduele de esa humanidad sufriente, cuyas pruebas, las que ha de pasar, él lo intuye, serán infinitas. «Consúltese a las poblaciones», dice, «tienen su derecho a opinar sobre la cuestión», aunque esto hará «sonreír a los trascendentes de la política, esos individuos infalibles que se pasan la vida equivocándose y que, desde lo alto de sus superiores principios, se apiadan de nuestra vulgaridad».
¿Me creerían si les cuento que esta conferencia la dio en 1882?
Nota: La conferencia fue publicada por primera vez en Discours et conférences, Calmann-Lévy, París, 1887, con introducción del propio autor. En España, acaba de publicarla Casimiro Libros.
Publicado en NuevaTribuna 01-11-2014
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