jueves, 7 de agosto de 2025

GÜNTHER ANDERS: Escultura sin techo

 Un estudio sobre Rodin


 

Pilar Alberdi



De la mano de una nueva editorial, Molussia Editores, surge este excepcional análisis del filósofo Günther Anders (1902-1992) sobre las esculturas de Auguste Rodin.

La edición y traducción estuvo a cargo de María Carolina Maomed Parraguez y Virginia Modafferi y la introducción de Micaela Latini. El propósito de la edición es, no solo ayudar a dar valor a la obra del autor de La obsolescencia del hombre, donde incide en los peligros de una técnica no controlada y el riesgo generado con la creación y utilización de la bomba atómica, sino salir al encuentro de un espectador reflexivo como lo fue el propio Anders, en este caso, con respecto al arte.

Günther Anders, fue el primer esposo de Hannah Arendt, y como a ella, le toco vivir, aunque en diferentes circunstancias el exilio, primero en Francia y posteriormente en Estados Unidos, huyendo del nazismo. De ahí, en gran medida, la comprensión profunda de ese no-mundo al que muchas personas se ven condenadas, no solo por lo incomprensible que a veces resulta el mundo en sí, sino por las espantosas tragedias creadas por la avaricia, el fanatismo, el supremacismo étnico y la corrupción de dirigentes políticos inescrupulosos así como por oscuros intereses mercantiles que imponen un capitalismo aberrante, desquiciante, inhumano, haciendo alarde de esa «discrepancia promética», entre la constante promesa de Progreso y sus nefastos resultados.

Homeless sculpture es, como explica la prologuista: «la transcripción reelaborada de una conferencia pronunciada por Günther Anders el 13 de marzo de 1943, en la sede de la galería Vigovino en Brentwood, California».

¿Por qué estas esculturas son sin techo? ¿Qué se quiere decir con esa expresión creada por el propio Anders? La explicación sencilla que podemos dar después de leer el ensayo es porque ese mundo burgués salido de la Revolución Francesa no tiene espacios donde poder exponer esculturas como las que presenta Rodin, que si bien pudo disfrutar del éxito en vida, cada obra encargada y realizada, disgustaba por lo general a los solicitantes de las mismas. Así, haciendo el autor un breve recorrido por la historia nos será explicado cómo no es lo mismo la escultura griega, por citar un ejemplo, que la Renacentista, y la resultante de la nueva burguesía con aquellas. Porque mientras que las primeras respondían a unos valores (la competición, el ideal de héroe o la creencia religiosa, la simbiosis con la arquitectura), la burguesa no. De algún modo se puede decir que nace desnuda, desprotegida, solitaria. Y mientras aquellas remitían a quehaceres y sentidos explícitos propios de una vida en común, una vida social, las de Rodin son expresión de sí mismas.

No solo no encuentran su espacio de exposición estas esculturas sino que en muchos de los casos parecen nacer de su propio soporte en la piedra, que le sirve en parte de andamiaje, simple coartada por dónde asoma, expectante una figura buscando un «interlocutor imposible».

Explica la introductora, Micaela Latini: «La mayoría de las figuras inmortalizadas por Rodin tampoco goza de la búsqueda de una vía de escape. De hecho son figuras que anhelan abandonar su situación». (…) He ahí el núcleo del arte de Rodin: el intento siempre renovado de estas figuras por superar la distancia que las separa del mundo».

Ya desde el comienzo de la conferencia, Günther Anders nos permite observar con claridad lo que sucede: «Hacia 1900 la humanidad vive en un mundo en el que todo ―el hombre, el tiempo del hombre y las relaciones entre las personas― se había convertido en objeto de intercambio en un sistema mercantil». Entendemos perfectamente de lo que habla porque ese tiempo, pertinazmente actuado, es hoy también el nuestro.

Estamos ante el hombre tratado como «cosa». El Romanticismo, será el primero en plantar cara a esta alienación de cosas y seres, mientras otros movimientos intentarán devolverles la vida ofreciéndoles un lugar especial en sus obras. Así lo hace, por ejemplo, el movimiento Nature Morte «iniciado por Chardin, renovado por Cézanne y Manet, seguido más tarde por el cubismo y el surrealismo». Detenerse en la cosa, mostrarla en su esencia. No faltan en esta trayectoria las obras de Van Gogh (La silla o Zapatos viejos), de Cezanne y otros.

De hecho, tanto las obras de los impresionistas como las de Rodin tardaron en conseguir que se las aceptase en las exposiciones más importantes de París, que ya comenzaban a ser «industriales», donde el arte lucía meramente como producto para ser vendido al nuevo comprador burgués.

A continuación, la conferencia de Günther Anders va detallando algunas de las principales obras de Auguste Rodin, comentando con detalle lo que observa en ellas. Comienza con El torso de Adele, Los burgueses de Calais, La puerta del infierno, La catedral, La edad de bronce, El pensador, Eva, El ídolo eterno…, muchas de ellas nacidas de las figuras que adornaban la citada Puerta del infierno, escultura basada en las lecturas de La Comedia de Dante Alighieri, Las flores del mal de Baudelaire y la Metamorfosis de Ovidio.

Es reveladora la observación de Anders sobre como ese «gesto», en el que se convierten las «creaciones» de Rodin (como este las llama) alcanza casi una manifestación religiosa, gracias en buena medida, al recogimiento y ensimismamiento de las figuras.

La conferencia continúa con algunos apartados importantes sobre los que no me extenderé, uno dedicado a la Deshumanización hallada por Anders en las obras del escultor, cómo se manifiesta esta y con qué características; otra, al Nudismo de las figuras, su significado con respecto a la época, y por último una concentrada en la propia actitud artística del escultor: Jugar a ser Dios. Completa esta serie la descripción de los Dibujos ―«instantáneas» las llamaba Rodinque realizaba entre el tiempo que transcurría entre la culminación de una escultura y otra. Además, y para seguir el hilo de la conferencia la edición ofrece una sección de con las Ilustraciones de las esculturas, algunas de ellas «originales múltiples» que pueden verse en diferentes museos y ciudades del mundo. Mi sugerencia es, además, servirse de Internet para visualizarlas.

Finalmente, aprovecho esta pequeña reseña para felicitar a la editorial Molussia Editores, por la excelente edición y por la acertadísima elección de esta conferencia y autor para su primera publicación.


Nota: por si fuera de tu interés enlace a Museo Rodin en París 

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