
Por: Pilar Alberdi
Decía Dalí que si quieres que te presten atención tienes que provocar. El año pasado y cerca de cumplir 100 años falleció la escultora Louise Bourgeois. Residía en norteamérica y era de origen francés.
No creo que estuviera en su esencia el provocar, tanto como el encontrarse a sí misma. El saber por qué sentía lo que sentía, el dolor que, a veces, la embargaba. Igual que la esculturas de Botero o los edificios de Geri, de ella se hicieron famosas unas arañas a las que llamó Mamán (madre). Hay una en el exterior del Museo Gugenheim de Bilbao. Su madre y su abuela tenían una tienda de tapices que luego regentó su padre. Ellas eran buenas costureras, pero además, la artista, había sufrido la lucha de unos padres unidos de puertas afuera pero separados de puertas adentro, y de algún modo se sintió utilizada por la madre para espiar las aventuras del padre.

Se observa en su obra una aparición constante del sexo masculino.
Y su obra, aún pretendiendo o siendo sencilla impacta, a veces, más que por sí misma, por el resultado de lo que vemos unido al título que le ha dado, como en la escultura en madera Un ciego conduciendo a otros ciegos, y sabemos que no habla de invidentes, sino de nosotros, de todos los que vamos por el camino de la vida y que somos dirigidos de mil modos distintos o acaso de uno solo. Y esas maderas en forma de puntas de bastón nos lo recuerdan. Ella vivió en la Segunda Guerra Mundial, y seguramente conoció de cerca esa ceguera que empujaba a los pueblos.

La escultura en mármol la llevó a trabajar con mármol de carrara, el mármol preferido de Miguel Ángel, de ahí que viajase mucho a Italia.
Reconozco que vi su araña, que supongo de hierro, en el exterior del Museo Gugenheim, pero no me impactó. Acaso porque no me agradan. No lo sé, pero cuando se puede ver en fotos el conjunto de su obra, lo que impresiona en esta mujer, es la gran guerra de sentimientos que debió tener, las victorias y las derrotas de sus emociones; los desgarros, las costuras, la textura de los materiales utilizados y atrapados en las formas, y esa presencia constante del sexo, definiendo el vacío, la manipulación, el dolor, y el amor.

La artista: Lousie Bourgeois.
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